CAPITULO 4

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Mark nunca había conocido a alguien a el que le afectasen tanto los bombones de licor, aunque sentado allí con ese curvilineo gatito al lado y su incesante verborrea, empezaba a sospechar que los chocolates no estaban rellenos precisamente de licor.

Algo en aquel joven con generosas curvas le había llamado la atención tan pronto como descubrió su presencia. Lo había visto lidiando con el teléfono, llamando y ofuscándose ante la ausencia de respuesta mientras se movía de un lado.

Y entonces levantó la cabeza y esos ojos se encontraron con los suyos, sosteniéndole la mirada durante el tiempo suficiente como para captar su atención.

Su aspecto lo hizo pensar inmediatamente en uno de esos secretarios pegados a las agendas, en el tipo de hombre empresario que enarbolaba como un arma arrojadiza, pero su figura atractiva y la desesperación en su rostro sugerían otras cosas.

El "secretario" parecía estar tan perdido como él, quién ni siquiera estaba seguro de cómo había llegado a terminar sentado junto a la novia y compartiendo su botella, suponía que las lágrimas de la desesperada chica tenían mucho que ver. Haechan, sin embargo, parecía tener una meta propia, una que la había llevado a coger un tren en Corea y hacer un viaje infernal hasta China.

—¿viajar tanto en tren, es posible? —No pudo evitar echarse a reír ante la sola idea de hacer todas aquellas horas—. Sabes que tenéis aeropuerto, ¿no?

—Y aviones, también tenemos aviones —susurró, inclinándose sobre él, cómo si le estuviese contando un secreto—. Aviones graaaandessss, aviones maaaloossss... No soy un pájaro, no tengo alas, tengo pies... prefiero estar cerca del suelo.

Frunció el ceño ante su larga y absurda respuesta.

—¿Por qué?

Se encogió de hombros.

—No soy científico, no tengo la menor idea de por qué no nos han crecido alas...

—No, los aviones.

—Los aviones sí tienen alas.

—Pero tú no vuelas.

—No, te acabo de decir que no tengo alas —aseguró con un resoplido al tiempo que lo señalaba—. Y tú tampoco. Tú deberías de tener un hacha, ¿no es eso lo que llevan los vikingos?

—No soy un vikingo.

—Porque tú lo dices.

Se le quedó mirando sin saber muy bien por dónde iba aquella conversación, pero tampoco es que le importase, se lo estaba pasando demasiado bien en su compañía, era probablemente lo más divertido que había hecho hoy.

—Aunque eso no ha detenido a Renjun, a él le encantan los aviones. —Hizo una mueca—. ¿Te puedes creer que se ha subido a un avión solo para venir a casarse a China? ¡Se va a casar con Lucas!

—¿Y quién es Lucas?

—¡No tengo la menor idea! —exclamó alzando ambos brazos para enfatizar su tono, ahora mucho más alto—. Quizá sea uno de esos que hacen Kung fu, ¿no?

—¿el hace kung fu?

Se encogió de hombros.

—No lo sé —resopló—. Renjun lo conoció por internet y entonces se fugó con él para casarse.

Sacudió la cabeza haciendo que su pelo volase en varias direcciones.

—La iglesia estaba cerrada y el me mandó un jodido wechat, ¿quién invita a una boda por wechat?

—Así que también hay un Renjun—intentó seguir el hilo—. ¿Quién es?

—Renjun, el cabeza hueco de mi hermano menor. —Lo miró como si tuviese que saber de quién le estaba hablando—. No me estás prestando atención. Él ha venido a casarse con un tipo que hace kung fu, al que ha conocido por internet, ¿puede haber un mayor despropósito que ese?

ღ 𝐔𝐍𝐀 𝐁𝐎𝐃𝐀 𝐄𝐍 𝐂𝐇𝐈𝐍𝐀 ღ || ᴹᵃʳᵏʰʸᵘᶜᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora