CAPITULO 6

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Haechan se relamió mientras resbalaba los dedos por la pesada longitud del miembro que acababa de liberar, el orgasmo que le había dado había sido uno de los mejores de su vida, no podía recordar cuando había disfrutado tanto y quería agradecerle de la misma manera. Largo y grueso, el pesado glande palpitaba bajo su toque, era como seda sobre hierro, podía notar su dureza y suavidad, haciendo que se le humedeciese la boca con las ganas de probarlo.

Su propio sexo se humedeció aún más en respuesta, su interior latía con necesidad revelándole que el orgasmo que le había dado ese hombre no había hecho más que despertar su hambre, necesitaba más, lo necesitaba a él entre sus piernas, duro, profundo y estaba dispuesto a tenerlo.

Se dejó caer lentamente sobre la alfombra, arrodillado delante de él con los dedos todavía envolviendo su miembro tragó con fuerza, estaba deseando saborearlo.

- ¿Puedo? -preguntó casi con timidez, cómo si el salvaje deseo que veía en los ojos no fuese suficiente respuesta a su pregunta.

- No preguntes, Donghyuck, solo hazlo -gruñó y escucharlo pronunciar su nombre fue como una caricia de fuego en sus entrañas-. Abre la boca y llévame a casa.

Se inclinó hacia delante, tocó la punta con la lengua y lamió la humedad que ya se acumulaba sobre él, el sabor salobre y terruño le estalló en la lengua como un afrodisíaco. Le acarició con los dedos, restregando la lengua sobre él aprendiendo su sabor, deseando grabárselo a fuego.

-Dios... -lo escuchó jadear y notó su cuerpo temblar bajo su tacto-.

Abrió los labios para él y gimió al introducírselo, notando como se deslizaba poco a poco en su interior, aplanando la lengua para darle acceso. Gimió a su alrededor.

Succionó con más fuerza, llevándoselo más profundo solo para dejarlo ir y degustarlo como si fuese un apetitoso caramelo. Se obligó a respirar por la nariz, relajó la garganta y ajustó su posición para que él pudiese introducirse más adentro, permitiéndole hundirse una y otra vez entre eróticos gemidos.

-Dios, nene, eres un sueño hecho realidad.

Sonrió alrededor de su miembro y movió los dedos hacia abajo, acariciándole la cara interna del muslo y ascendiendo hacia la tensa bolsa de su escroto. Rastilló las uñas con delicadeza sintiéndolo temblar en su boca, acunó sus testículos antes de acariciarlos con decisión, jugó con la suave piel que las rodeaba, resbaló la lengua sobre el duro mástil y bajó para mordisquearle hasta que lo escuchó contener el aliento.

-Sí, dios, justo así...

El gemido duro y agónico escapó de los labios de Mark, los dedos que le aferraban el pelo se cerraron con más fuerza, haciéndolo levantar la cabeza mientras él empujaba el miembro una vez más entre sus labios, profundizando ahora sus golpes, obligándolo a relajar la garganta y aplanar la lengua para permitirle ir hasta dónde podía alojarlo.

-Dios santo, Donghyuck -jadeó. Sus caderas se sacudieron, cuando se introdujo una vez más derramando en su garganta el espeso y caliente semen de su liberación.

Se las arregló para tragar el intenso sabor, succionándole y lamiéndole hasta que el miembro perdió rigidez y abandonó sus labios. Sus ojos se encontraron entonces con los de él, le sostuvo la mirada unos segundos, sonrió y él le devolvió la sonrisa entre jadeos.

-Di la verdad -dijo entre resuellos-. Me he casado con un brujo, un encantador hechicero.

Se lamió los labios una vez más y le guiñó un ojo.

-¿Quién podría soportar sino a un vikingo? -respondió travieso.

Su respuesta fue gruñir, inclinarse sobre el menor, levantarlo y apropiarse de su boca como si fuese un rey dispuesto a conquistar un nuevo reino. Su cuerpo era cálido y duro, puro acero contra el suyo mucho más mullido, durante un breve instante se sintió débil, pequeño, indefenso ante el mayor y en cierto modo, eso lo conmovió. No tenía que ser fuerte en esos momentos, no tenía que enfrentarse al mundo, podía cobijarse en esos brazos y dejar que la acunasen por toda la eternidad.

ღ 𝐔𝐍𝐀 𝐁𝐎𝐃𝐀 𝐄𝐍 𝐂𝐇𝐈𝐍𝐀 ღ || ᴹᵃʳᵏʰʸᵘᶜᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora