Cap 27: Uno a cero

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Derek la observó por un segundo, sin saber qué contestarle. El dolor que experimentó por un momento creó un nudo en su pecho que comenzó a asfixiarle poco a poco. ¿Amber había soñado con Nina? ¿Cómo había podido hacerlo si no se conocían?

Aquella pregunta era como una puñalada y los recuerdos empezaban a agolparse dentro de su cabeza.

Se levantó del suelo sin decir nada y se dirigió de nuevo a la ventana.

-Derek, ¿QUIÉN... ES?-replicó levantándose de golpe de la cama y acercándose a él, olvidando por completo su miedo-.

Siguió avanzando sin contestarle y sin siquiera darse la vuelta.

-Derek

-¡NADIE!-gritó dándose la vuelta de golpe al notar la mano de Amber sobre su hombro-No es nadie

- ¡Pues no lo parece!-gritó de nuevo ella todavía con los ojos llorosos- ¿¡Por qué no quieres contarme quien..!?

-¡PORQUE NO TE IMPORTA!

-Pero a ti sí... ¿verdad?-replicó al tiempo que él le daba la espalda de nuevo y se apoyaba con las manos en el marco de la ventana- Porque si no fuera así, ahora mismo no te brillarían los ojos de la manera en que lo están haciendo, de esto de lo que me habló Deaton ayer, a esto es a lo que se refería.

-Déjalo ya, Amber-susurró-.

-No puedo, necesito saber por qué haces esto-dijo dando un paso más hacia él para ponerle de nuevo la mano en el hombro pero Derek se dio la vuelta de repente y agarró su mano antes de que pudiese acercarse más-Suéltame, Derek

-He dicho que lo dejes

-O si no ¿qué?-replicó intentando soltarse pero él no la soltaba- ¿Vas a hacerme daño otra vez?

-Yo no quiero hacerte daño

-Pues tienes que practicar más-contestó soltándose por fin de su agarre- Mucho más.

Se dirigió hacia la puerta pero Derek la sujetó del brazo.

-Eh, escucha nosotros solo queremos protegerte.

-No, Scott quiere protegerme. Tú solo quieres que me quite de en medio, el cómo te da igual.

Y Amber abandonó la habitación.

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Las clases se reanudaron ese mismo día y aunque los estudiantes, algunos profesores y los padres estaban un poco nerviosos y preocupados por la ola de crímenes en la ciudad, todo seguía más o menos igual.

-¿Qué has averiguado?-preguntó sentándose de golpe en una silla del comedor-.

-Vaya, hola a ti también, ¿qué tal estás? yo bien gracias, solo me drogaron con acutino un grupo de hombres psicóticos que por cierto estaban armados.

-ACÓNITO-le corrigió de mala manera- y déjalo, no estoy de humor para soportar tus bromas.

-¿Y la razón de ese mal humor es...?

-No quiero hablar-insistió alzando un poco la voz- ¿qué sabes?

-¿Sabes qué? ¿Qué tal si nos relajamos un "poco"? No creo que estemos lo suficientemente calmados como para qué...

- Como otra persona más me diga que me relaje se va a ir con un moretón en el ojo -replicó agarrándole de la camiseta y acercándolo a ella- así que escupe lo que sea que vayas a decir por esa boca de una maldita vez antes de que mi paciencia se acabe ¿vale?

La noche de la bestia (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora