Cap 5: El secuestrador sin nombre

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Amber ya no sabía cuánto tiempo había pasado encerrada, cada segundo parecían horas. Estaba totalmente a oscuras y las mariposas aleteaban en su estómago, intentaba tranquilizarse pero inevitablemente su corazón volvía a acelerarse. Había tenido el acierto de decirle a Ethan que llamase a la policía si algo iba mal, seguramente ya la estarían buscando o al menos eso es lo que necesitaba pensar.

Escuchaba caer gotas de algún sitio cerca pero no sabía de donde con exactitud, fuera no se escuchaba nada, seguramente se la había llevado a un lugar apartado con puertas de metal o algo parecido. Ella intentaba aflojar las cuerdas de las muñecas y aunque hacía daño no le importaba si eso significaba salir de allí.

Al ver que no funcionaba decidió cambiar de ocupación, ahora su objetivo era quitarse la venda de los ojos pero no supo cómo hasta después de unos segundos.

La espaldera de la silla era la clave, giró la cabeza hacia un lado y con ayuda de su hombro consiguió quitársela.

Aquel sitio parecía la caja fuerte de un banco abandonado, eso explicaba el olor a polvo y que no se oyese nada, debía estar en algún barrio de la ciudad con muy pocas personas, no se oían coches ni personas. Era de día pero le daba la sensación de que aún no había amanecido, sin duda alguna estaba confundida porque recordaba haber visto salir el Sol horas antes. Ojalá le hubiera hecho caso a Ethan.

El sueño ya se hacía presente ¿y que menos? Entre las inquietantes ideas de Ethan, el no haber podido dormir, el haber perdido su colgante y su secuestro estaba agotada.

Quizá todo era un sueño, una pesadilla, a lo mejor nada había sido real durante todo ese tiempo.

Habían pasado varias horas desde que su secuestrador sin nombre se marchó de la habitación y de todos modos ella también lo prefería así.

De repente la puerta se abrió de golpe, era él de nuevo, no encendía la luz y Amber era incapaz de verle la cara.

-Bueno, ¿vas a decirme lo que sabes o prefieres que te deje sola para que te lo pienses mejor?-dijo apoyándose en el marco de la puerta, de tal modo que ella solo podía ver su silueta-.

-¡Suéltame ya!-gritó sacudiendo la silla-.

-No hasta que me digas lo que quiero saber-replicó echando una pequeña risa mientras jugueteaba con el móvil de Amber-.

-La policía me estará buscando en este mismo momento, vete de aquí y, podrás escaparte- protestó-.

Se acercó a ella sin encender la luz y le enseñó su móvil con un mensaje que había sido mandado hacía poco diciendo que todo estaba bien al último contacto con quien había hablado.

-Si vas a marcarte un farol, hazlo creíble Amber...

-¿¡Has revisado mi móvil!?

-Sí, pero oye volvamos al interrogatorio. Esta vez solo te haré una pregunta y quiero que me la respondas sinceramente-dijo colocándose a su derecha con los brazos cruzados-.

-Ya empezamos otra vez, yo no sé nada, no sé nada. Te he dicho la verdad en cuanto me lo has preguntado ¿Por qué iba a mentirte? ¿Crees que no quiero salir de aquí?-soltó antes de que formulara la pregunta-.

-Dímelo

-¿Qué? No entiendo ¿Qué te diga qué? ¿Qué no se nada?-preguntó dejando de mover las muñecas por un momento, no solo por eso sino también porque estaban empezando a dejarle marca-.

-Dime que no sabes nada despacio

-¿Esto es una broma?-dijo al tiempo que el chico se colocaba detrás de ella y la agarraba del cuello acercándole la cabeza de golpe a la suya-.

La noche de la bestia (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora