Willow y Sunoo son vecinos. Han vivido toda su juventud en un barrio en donde la existencia de chicos de su edad es completamente nula. Eso, hasta que llega una familia nueva al lugar con tres adorables hijos.
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Tome un balón de fútbol de la cesta a mi lado y lo patie directo al arco.
— Siga practicando, alumna Min —habló la profesora de educación física al ver que el balón había llegado, pero hasta el cielo.
Escuché la risa juguetona de Sunoo a mis espaldas y me gire a verlo.
— ¿De que te burlas? —Hice un gesto simulando que iba a golpearlo, cuando sentí alguien besar mi mejilla repentinamente.
— ¡Gracias! —soltó Jisoo abrazándome, para luego también abrazar a Sunoo con aún más fuerzas.
— ¿Q-Qué...? —La volteé a ver sintiéndome desorientada, mientras mis mejillas tomaban un color rosa rápidamente.
— ¡Haremos la fiesta! ¡Sunghoon cedió! —Dió unos pequeños saltos mostrándose completamente emocionada.
— ¿Es en serio? ¡Eso es genial! —Le sonreí también alegre por saber que iría a una fiesta después de años y Sunoo sonrió aún más por el segundo abrazo que le dió Jisoo.
— Estoy realmente emocionada, pero no sé que comprar... La verdad es que nunca he hecho una fiesta.
— Yo te puedo ayudar en eso —comentó rápidamente Sunoo sonriendo con picardía y asentí con fuerza.
— Sunoo es muy bueno organizado eventos sociales, igualmente podrías pedirle ayuda a Heeseung, ¿No? —Sonreí y Jisoo asintió, volviendo a saltar tiernamente por la emoción que la invadía.
Al parecer mi plan sí había funcionado, y no podía sentirme mejor.
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La ola de calor que llegaba en las últimas semanas del invierno comenzaba a hacerse notoria.
Abrí todas las ventanas del salón, pero aun así no era suficiente para sentir una pizca de frescura, por lo que derrotada tomé asiento en mi puesto abaniqueando mi rostro con mis manos. Desvíe mi mirada a Sunghoon quién llegaba a sentarse quitándose la leve capa de sudor de su frente con su antebrazo.
— Me alegra que hayas aceptado hacer la fiesta de cumpleaños. —Le hice saber sonriendo, a lo que esté me dió una mirada seca, sin decir nada.
No me molesto realmente, me sentía demasiado orgullosa de haber hecho algo bien este año después de tantos vergonzosos fracasos.
Faltaban aún minutos para que la última clase del día comenzara, cuando dos chicos que no eran de nuestros salón aparecieron en la puerta de este, posando sus miradas densas directo en Sunghoon.
No eran caras nuevas para mí, en realidad ya los conocía. Eran algo populares en la escuela por que intimidaban a chicos de clases menores, pero Sunghoon no era alguien menor, en realidad tenían la misma edad por lo que me pareció curioso.
El pelinegro quién descansaba sue espalda en el asiento de su puesto se percató rápidamente de la presencia de los dos estudiantes. Se levanto del asiento y se fue, dejando sus cosas atrás para seguirlos.
