22. The devil

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Finalmente había decidido.
Había escogido el camino de dudosa seguridad y había dejado de lado el que se veía seguro, lleno de tiernos animales y flores de todos los colores como diría Sunghoon. Que pasara lo que tuviera que pasar, pensé. Debía de arriesgarme aun que sea alguna vez en la vida ¿Qué era lo peor que podía suceder sí lo hacía? Algo de adrenalina en mi vida no me vendría nada mal.

Las cortinas de la habitación de Sunghoon estaban cerradas haciendo que la luz fuera ligeramente más oscura de lo normal. Inundaba el perfume del pálido, el cuál era mucho más fuerte que el mío en ese momento. Esté se había sacado la camisa de la escuela, dejándose una camiseta sin mangas del mismo color que llevaba bajo de esta, dejando a la vista sus blancos brazos tonificados. Estaba apoyado contra el respaldo de su cama, escribiendo ejercicio para mí en un cuaderno sobre su regazo. El tinte de las paletas ya había desaparecido de sus labios, como también lo había hecho su personalidad más juguetona. ¿Sera que tenía un alter ego? ¿O solo la sacaba a relucir en momentos? Ahora se veía tan tranquilo e inexpresivo escribiendo sobre el cuaderno que me hacía repensar sí realmente lo del viernes y hoy había sucedido, o había sido solo producto de uno de los múltiples escenarios falsos que mi gran imaginación se encargaba de crear diariamente.

Debía de admitir que de todas, esta era la clase más extraña que había tenido junto a él. El ambiente era algo incómodo para mí, se sentía diferente, y ahora tenía una gran duda rondando en mi cabeza, pero claro, aun no decía nada.

— ¿En que piensas? —preguntó entonces, sin quitar sus oscuros ojos del cuaderno. Lo miré, acercando mi cuerpo al suyo ligeramente.

— ¿No tienes curiosidad de saber si tú me gustas también? —inquirí cruzándome de brazos con recelo. Sunghoon había actuado como sí ya tuviera la respuesta, para ser honesta me molestaba, por lo que ante mi pregunta, dejo de escribir, dejando el lápiz de lado y llevando su mirada a la mía.

— Yo le gusto a todas.

— ¿Ah si? —respondí, algo o más bien realmente impresionada por su egocéntrica y narcisista respuesta. Un leve ardor en la punta de mi lengua apareció y apretando mis dientes ardida, decidí bajarle los humos con mi amor por provocar a la gente de su tipo—. A mí no.

Sunghoon sonrió a medias ante mi "confesión" y ahora dejando también de lado el cuaderno, se acomodó en la cama, inclinando su torso hacía mí.

— ¿No te gusto? Entiendo. —Asintió, juntado sus labios en una línea recta.

— ¿Así de fácil lo aceptaras? —Sonreí, pero esté frunció su semblante.

— Nunca mencioné haberlo aceptado. —Bajó su mirada hasta mis labios, haciéndola brillar como sí estuviera ante fuego—. En realidad, me acabas de romper lo que tenía de corazón.

— Vaya... —fingí entristecer—. ¡Eso es una muy mala noticia! Pero no te preocupes, te aseguró que nadie lo notará en lo absoluto —me burlé y esté soltando una risita seca, tomo de mi mano, comenzando a jugar con ella como si fuese una especie de juguete desestresante para él.

"Ahora es cuando arrancas, Willow". Resonó en mi cabeza, pero ignore mi instinto de supervivencia. Sentir el tacto de su fría mano sobre la mía, la cual estaba tibia, era como mezclar dos energías completamente opuestas.

El yin y el yan juntos.
Me gustaba.

— Nunca había conocido a alguien como tú, nadie tan insoportable como tú —Me hizo saber sin parecer molesto ante eso—. Creo que esa en mayor parte es la razón por la que me gustas.

Entonces, hundió uno de sus dedos en la palma de mi mano, jugando, como si haciendo eso me hubiera transmitido un calor que inundo hasta mis mejillas.

Sunghoon se mostraba aún completamente tranquilo ante mi mirada, no parecía nervioso, estaba completamente sereno, con un tono de voz firme, por lo qué me hacía sentir ligeramente confundida.

DEVIL'S ADVOCATE / SUNGHOONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora