Capítulo 13

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22 de agosto

Cuando llegamos la Nana no estaba por todo aquello. Eso dio tiempo a que Aaron me mostrara su habitación y pudiera limpiarme (lo necesitaba) y cambiarme de ropa.

Al bajar a la sala me encontré a Aaron fundido en un abrazo con una mujer de estatura pequeña, corpulenta, de pelo negro y rostro dulce, al que lo adornaban unos lentes algo grandes en comparación con su cara.

-Tú debes ser Sally, bienvenida a tu casa preciosa-me dijo al tiempo que me daba un abrazo largo que disipó el nerviosismo que traía agazapado.

-No sabes lo que me alegra que finalmente este soltero incorregible se haya atrevido a traer a su novia a verme. Te aseguro que estaba a punto de pensar que le daba vergüenza que conocieras a esta vieja senil.

-Nana por favor no exageres, que ni eres vieja, ni estás senil y mucho menos yo me avergonzaría de ti, eso nunca-dijo él algo apenado.

-Entonces cuál es la razón de que nunca haya venido ella aquí, si se puede saber-insistió.

Aaron me miró casi que pidiendo auxilio. Ya estaba a punto de inventarle una nueva disculpa cuando lo interrumpí.

-Doña Olivia, es que yo vivo algo lejos y la universidad me ocupa mucho tiempo, pero ya que vine le prometo que la visitaré más seguido.

-Solo si me prometes que no vas a volver a decirme Doña. Olivia, Oli o si lo prefieres, Nana, ¿está bien?

-Vale, lo intentaré-prometí.

Ni de coña le llevaría yo la contraria a esa mujer.

Después de ese encuentro inicial nos sentamos a la mesa a degustar la deliciosa comida que preparó Do...Olivia. Digna del mejor restaurante y luego de lavar la losa nos despedimos. Aaron estaba cansado, yo igual.

Una vez solos tuve que hacer la pregunta que llevaba horas dando vueltas en mi cabeza.

-¿Por qué tu abuela no conoce a Maggie?, ¿por qué piensa que yo soy tu novia?-inquirí.

-El fin justifica los medios, eso dicen. Pero no te preocupes por esos detalles ahora ¿sí?-añadió. Su escueta respuesta no había estado ni cerca de convencerme o tranquilizarme, todo lo contrario.

Hacía tiempo había comenzado a sospechar de los misterios que rodeaban la actitud de Aaron en relación a su compromiso con Maggie y peligrosamente, estaba empezando a determinarme para descubrirlos.

Al otro día, sábado 22 de agosto, me sorprendió una noticia que no me esperaba.

Mi futuro ingeniero al darme los buenos días, me había dicho: «hoy es mi cumpleaños». Tuve que frotarme los ojos para cerciorarme de que no soñaba.

-Oh por Dios, pero, cómo no me habías dicho nada-lo regañé. Era un dato suyo que por más que indagué, no había logrado descubrir.

-No me gusta celebrar esa fecha-alegó y sus ojos adquirieron un tono sombrío.

-¿Y no habrá peligro de que Maggie quiera darte una sorpresa viniendo a verte? No quiero buscarte líos con ella-acoté.

-No vendrá. Ella piensa que cumplo años en febrero, el 5. Por favor, antes de que me vayas a comer a preguntas. Yo me entiendo ¿sí? Son cosas mías que a lo mejor un día comprenderás.

Le di un silencio por respuesta. A veces me costaba mucho entender sus maneras, pero no hay peor intento que aquel que no se hace, así que le daría el beneficio de la duda, otra vez.

-¿Confías en mí?-preguntó de golpe, con los ojos clavados en los míos y su mano sosteniendo mi barbilla. Sin duda, él sabía cómo ablandarme.

Le di un beso por respuesta. Cómo no voy a confiar en la persona que traía mi planeta girando sin control. Cómo no, si confiar en él también era placentero.

Con sal en la pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora