Capítulo 25

252 21 91
                                    

Vestido de novia

No sé cómo pude sobreponerme a aquella noche. Aaron estaba más atractivo y más sexy de lo que recordaba, me pareció hasta más alto, pero también más serio, muy formal de traje y corbata. No obstante, detrás de aquellas pintas, continuaba siendo un muchacho triste y sombrío, necesitado de afecto y comprensión.

El haberlo visto, sentir que me tocaba, escuchar su voz, no fue nada bueno para mí. Ahí estaba de nuevo pensando en él...Maldito masoquismo.

Para el sábado tenía una tarea importantísima: ir a recoger el vestido de novia de Abby a la tienda donde lo había comprado. Lo que no sabía era que en esa misma tienda estaba el esmoquin que usaría David; tampoco imaginaba que Aaron sería el encargado de recogerlo y mucho menos podía sospechar que los futuros esposos Martin habían conspirado para que ambos fuéramos a la Boutique en el mismo horario. Partida de alcahuetes.

Llevaba un par de minutos parada en la recepción de la tienda sin que nadie me atendiera cuando él llegó. Vestía ropa deportiva y traía marcas de sudor en el pecho y la espalda. Parecía que acaba de correr una maratón.

No pude evitar sobresaltarme cuando lo tuve delante; él, sin embargo, ni se inmutó al verme. A veces creía que Aaron era un sociópata incapaz de demostrar sus sentimientos.

-Buenos días, cocinera. Si tenías ganas de verme podías haberme llamado, sigo teniendo el mismo número, no hacía falta el acoso. Por si no lo sabías, eso es penalizado en este país-dijo sin apartar la vista de su móvil.

-En serio que no pienso caer en tus provocaciones y tampoco tengo que darte explicaciones de lo que hago-respondí lo más serena que pude, aunque era difícil no corresponderle a su antipatía.

-Señorita por favor, llevo rato esperando y vine a recoger el vestido de novia de Abigail White-me dirigí a la joven que acababa de aparecer.

-Y yo vine por el traje del novio, David Martin-se apresuró a decir, pero si no le importa, pudiera atenderme antes, estoy en horario laboral y necesito llegar cuanto antes a la oficina. A la señorita aquí presente seguramente no le molestará en vista de que ella no tiene nada mejor que hacer-espetó él apelando a todo su cinismo.

-Señor Miller, lo siento mucho por usted si en su trabajo lo explotan tanto como para laborar un sábado, pero yo llegué primero, si tenía tanta prisa hubiera prescindido hoy de hacer ejercicios, seguramente hasta me habría ahorrado el mal rato de tener que verle la cara; además, ¿a usted no le enseñaron en su casa reglas de cortesía?-le solté toda prepotente.

Creo que lo había cabreado. Anotación para mí.

-Ambos trajes los tenemos juntos así que no hay necesidad de atenderlos por separado. Si fueran tan amables de seguirme-dijo la morena sonriente de la recepción que no había parado de hacerle ojitos a Aaron desde que apareció, aunque aquel no parecía darse por enterado de sus coqueterías.

Nos llevó hasta una habitación algo pequeña que más bien parecía un probador y se perdió detrás de una puerta que supuse era el almacén donde se guardaban los pedidos que ya estaban listos para su entrega. Ella no lo sabía, pero acababa de dejar solo al ratón con el queso, aunque en nuestro caso nunca se sabía quién era cada cual.

-En qué viniste-me preguntó cuando se cansó de escudriñar su teléfono, por lo que pude ver, no paraban de llegarle mensajes. Era obvio que sí tenía algo importante que hacer en la oficina.

-En taxi, no he querido alquilar un coche para tan pocos días, me pareció un gasto innecesario de dinero.

-¿Seguro que esa es la razón?, ¿no tiene nada que ver con el pánico que le tienes al tránsito?-señaló.

Con sal en la pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora