Nueva generación

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El día había llegado en el que me graduaría de la Academia. Mis hermanos y yo estudiamos para convertirnos en ninja de la Aldea Oculta entre las Hojas. Mi nombre es Akio Uchiha, nieto de la Hokage Sarada Uchiha.

Me vestí como siempre: una camisa verde con cuello abierto de tortuga y que tenía el emblema de mi familia en la parte izquierda del pecho; un pantalón negro y una cinta arriba de la rodilla (dónde suelo poner mi estuche de shuriken y kunai). Cubrí mis brazos y manos con vendas, esto para evitar mostrar las heridas, rasguños y cicatrices por los entrenamientos con mi padre. Me paré frente al espejo, mi cabello alborotado recibió una cepillada inútil; mis ojos eran una rareza entre mi familia, el izquierdo verde y el derecho negro.

—Hoy es el examen final —dije con entusiasmo—. Hoy me convertiré en ninja.

Sonreí al espejo y bajé las escaleras al comedor. Mi padre Saizo preparaba el desayuno y mi hermana Kaede comía tranquilamente un cuenco de arroz. Me senté a su lado.

—Buenos días, padre. Buenos días, hermana.

—Buenos días, hijo. Come tu desayuno, no quiero que lleguen tarde.

—¡Sí, hoy es el día en que nos darán nuestras bandas! —exclamó Kaede—. Por eso apúrate a comer. Iré a decirle a Taiyō que se apresure.

—No, termina de desayunar —ordenó mi padre—. Yo voy por tu hermano.

—Entonces, yo apresuro a Akio —dijo Kaede.

—Ya voy, ya voy.

Hice caso a mi hermana y terminamos de comer casi a la par. Nuestro hermano Taiyō bajó las escaleras, seguido de padre.

—Ya era hora —le dijo Kaede—. Siéntate a desayunar.

Taiyō estaba medio dormido, pero se apresuró a hacer lo que dijo Kaede.

Ella iba vestida con un leotardo negro con cuello de tortuga, sin mangas y que llegaba a los muslos; también usaba una corta túnica roja ceñida. Su porta kunai lo usaba en la pierna derecha y usaba las sandalias estándar para los ninja de Konoha. Mi hermana tenía el pelo largo y rosa como flor de cerezo y un par de ojos verdes, que también eran raros en nuestro clan. Taiyō usaba una camisa de manga larga negra con cuello blanco y un chaleco holgado de color lila pálido de frente y negro detrás; su pantalón era negro, tenía protectores acolchados en las espinillas y las sandalias estándar de color negro. Su piel era morena, tenía ojos castaño oscuro y no sonreía mucho; tenía el cabello un poco largo y recogido por detrás de la cabeza.

Taiyō terminó su desayuno, nos despedimos de papá y salimos para la Academia. Casi un siglo había pasado desde la masacre Uchiha, nuestra familia decidió instalarse en el viejo distrito donde alguna vez vivieron nuestros antepasados. La abuela Sarada fue la primera y ahora sus hijos Saizo, Shōan y Sayu se instalaron en las otras casas abandonadas. El distrito seguía un poco apartado de la aldea, pero tengo la esperanza de que eso cambie pronto cuando la familia crezca.

En el camino, encontramos a mi mejor amigo Haruki.

—¿Qué hay de nuevo, hermanos Uchiha? —saludó cordial—. ¿Durmieron bien? Yo no pude, estaba muy emocionado por el examen de hoy. Akane también lo está, se paseó por el cuarto toda la noche.

Akane se asomó desde el interior de la chaqueta de Haruki, ella era una cachorrita de una raza especial de perros criada para el combate. El clan Inuzuka los criaba desde hace muchas generaciones. Akane tenía el pelaje gris y las orejas blancas, sus ojos casi siempre estaban cerrados, prueba de que su mejor sentido era el olfato. Nos dirigió un amistoso ladrido, Kaede se acercó para acariciarla.

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