El árbol conquista el invierno. Tiburón contra mono

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Era el cuarto día del examen. Muchos equipos ya tenían sus tres monedas y se concentraban en evitar a otros shinobi y sobrevivir a la austeridad y peligros de estás islas.

Uno de estos equipos era el que ostentaba el número uno, tanto en asignación como en categoría. Osamu dirigía al equipo uno por una isla con bioma de tundra, los hermanos Senju le seguían de cerca. Los tres ya habían cumplido los requisitos de las monedas y no habían encontrado a ningún otro equipo en todo el día. Hokuto pensaba, orgulloso de sí mismo y sus compañeros, que fue debido al enfrentamiento del segundo día.

Los tres acamparon en un claro de una arboleda, Hokuto colocó trampas con kunai, papeles bomba y bombas de humo, todo lo necesario para detener a cualquier intruso. Osamu usó pequeñas ráfagas de fuego para cocinar el pescado que habían capturado, mientras que Taiki daba un vuelta alrededor en busca de cualquiera que pudiera estar vigilando cerca de ahí.

Osamu prefería tener a Taiki lejos, aunque eran compañeros de equipo y todos eran una combinación peligrosa, el hermano mayor no era para nada de su agrado. Osamu era hijo de una rama secundaria del clan Sarutobi, el Octavo Hokage, Komohamaru, era su tío segundo o algo así.

Desde que era pequeño creció con historias de la grandeza de los Hokage y otros ninja de alto nivel, Osamu admiraba mucho a personas como Gai Might, el Cuarto Hokage y su tatarabuelo Hiruzen Sarutobi; sin embargo, Osamu odiaba escuchar de personas como Hashirama Senju, Madara Uchiha, Naruto Uzumaki o Kakashi Hatake. La razón era simple, Osamu nació sin ningún talento natural, era un niño promedio que tuvo que esforzarse al máximo para poder graduarse y aprender todo lo que sabe. Pero personas como los chicos Uchiha, sobre todo Shizu y Taiki Senju habían nacido como prodigios poderosos y para ellos todo era muy fácil y la gente los admiraba por ello.

—La cena está lista —dijo Osamu—. Hay una brocheta para cada quien.

Justo en ese momento regresó Taiki, esquivando las trampas de su hermano. Se sentaron y comieron en silencio, era un gran misterio como tres ninja podían trabajar tan bien, sin ser amigos ni nada. Hokuto y Taiki sí que se llevaban bien, eran hermanos después de todo.

—¿Qué pasa si conseguimos más monedas? —preguntó Hokuto—. Menos equipos para preocuparnos.

—Pero si haces eso, perderán su oportunidad para ser chunnin —dijo su hermano.

—Como yo lo veo, si no puedes conseguir las tres monedas y conservarlas, no mereces ser un chunnin.

—No es cuestión de meritocracia —dijo Taiki—. Se supone que todos estamos calificados de acuerdo con nuestra aldea, pero es necesaria la prueba ante una situación real, como ahora.

—Esto no es sólo un examen de ascenso —intervino Osamu—. Recuerden lo que dijo el Mizukage, que ahora podemos matar a nuestra competencia.

—No estarás sugiriendo que matemos a los demás, ¿o sí?

—No seas ridículo. Lo que digo es que estos exámenes pretenden probar después de mucho tiempo el poder militar de las aldeas.

—¿Poder militar? —repitió Hokuto—. Pero estamos en paz con las demás aldeas.

—No estoy muy seguro —comentó Osamu en voz baja, casi como si temiera que lo estuvieran escuchando—. Pero el hecho de ese cambio tan repentino en las reglas significa algo. Quizá hay tensión entre las grandes naciones una vez más, peligro de una guerra.

—¿Guerra? —Hokuto se sorprendió por aquella declaración—. No entiendo por qué razón la habría.

Osamu solía olvidar que Hokuto era un año menor que él y su hermano, también mucho más inocente y no se tomaba las cosas en serio la mayoría del tiempo, aún así a Osamu le caía bien porque en varias ocasiones en la Academia se acercó a él para que le ayudara a entrenar y poder alcanzar a Taiki.

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