Poder Uchiha

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El jutsu de fuerza consiste en concentrar una gran cantidad de chakra en un punto del cuerpo, generalmente puños y pies, y liberarlo violentamente, de esta manera aumentas el poder de un ataque físico. Esa fue la explicación que nos dio mi padre al entrenar. En diversas ocasiones logramos agrietar una roca, o destrozamos tablones de madera, para mi padre el avance era satisfactorio.

El polvo no se había disipado, pero desde el principio me di cuenta que fallé mi ataque. Mi puño era el centro de un pequeño cráter de unos cuarenta centímetros de diámetro y tal vez diez de profundidad.

—Si me hubieras dado en la cabeza —dijo poniendo la espada contra mi cuello—, habría muerto.

—Qué rápido —mascullé.

—Muere ahora —dijo con frialdad—. Pero alégrate de que conservaste tu honor y no abandonaste tu deber o a tu amigo. No muchos mueren así.

Tomó la katana con ambas manos, Taiki observaba, pero parecía paralizado o demasiado lastimado para moverse. El samurái tomó impuso y dio un tajo horizontal hacia mi cuello. Cerré los ojos, creo que al final no fui tan valiente como para ver a la muerte de frente.

***

Shōn se encontraba luchando con uno de los rōnin que buscaban. A juzgar por sus habilidades de kenjustu, dedujo que habría sido un oponente difícil hasta para un jounin, pero no él.

Shōn le había hecho creer que tenía el control de la batalla, con su Sharingan veía todos lo movimientos de su oponente, así que fingir que lo tenían contra las cuerdas era fácil. El resto de los bandidos habían sido sencillos, ahora sólo esperaba que los demás siguieran las instrucciones que les dieron.

—¡Muere, maldito ninja! —gritó su oponente.

Este parecía ser el menos experimentado, pues Himawari dijo que todavía peleaba con uno de los otros y le estaba dando más problemas de lo anticipado, aún con la ayuda de Osamu y Hiroko. Del último no habían escuchado o visto nada, tal vez era el líder y dirigía todo el ataque desde la retaguardia. Haruki y Hokuto regresaron para proteger a los aldeanos de los bandidos que quedaban.

Shōn bloqueó la katana con la suya y le dio una patada en el estómago que aturdió al samurái. Con agilidad llegó frente a él y lo miró directamente a los ojos. Usando su Sharingan, lo metió en un genjutsu, una técnica de ilusión, que lo dejó inmovilizado. El hombre adquirió una mirada vacía y se quedó de pie sin moverse.

—Bien, eso es todo —dijo guardando su espada—. Veré por qué Akio y Taiki no se reportan.

Puso su dedo en el audífono:

—Taiki, reporte. ¿Cuál es su posición? Akio, responde. ¿Dónde están?

Estática. Ninguno respondió, eso era muy extraño. Saltó por las ramas hasta la copa de un árbol y examinó el terreno esperando encontrar una pista sobre el paradero de su estudiante y su sobrino. Si algo le pasaba, Saizo lo mataría, luego, en el Reino de las Almas, Fuyumi volvería a matarlo.

—¿Dónde están esos muchachos?

Con su Sharingan tenía mejor visión, aunque notar el enorme árbol que creció de forma desigual al resto no era tan difícil.

—La señal de emergencia de Taiki —Shōn ahogó un grito—. Debo correr. ¡Ahora!

Saltó de rama en rama en dirección al enorme árbol. No podía dejar que lastimaran a su estudiante ni al retoño de su hermano. Se lo había prometido a Fuyumi...

***

Un segundo antes de que la espada me cortara la cabeza, otra hoja metálica bloqueó su trayecto y una fuerte mano me sacó del camino.

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