El clan que emergió de la tumba

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Akio estaba mal. La sangre de Yumi goteaba de su mano, perdió el control de su respiración y empezó a sentir náuseas. No logró escuchar que sus amigos lo llamaban, no aguantó más y depositó su pobre desayuno sobre el cuadrilátero.

—Qué asco —dijo Ranmaru—. ¿Por qué tu primo es tan frágil, Shizu?

Él no respondió, sólo observaba con lástima a Akio.

—¿Lo ves? —dijo a Ryū—. Te dije que ustedes no tenían lo necesario para estar aquí.

Ryū quería pelear con él, pero no encontró la furia para hacerlo. Apenas dos personas de su generación habían pasado y una de ellas estaba vomitando por haber causado una herida mortal a su oponente. Ryū jamás admitiría en voz alta que Shizu tenía razón, pero empezó a creer que así era...

Shikaro no perdió más tiempo y saltó a ayudar a su amigo, la siguieron Taiyō y Kai.

—Hermano —dijo Taiyō—. Tranquilo, todo está bien.

Taiyō le puso la mano en la espalda y le dio palmadas mientras Akio seguía vomitando. Kai sacó un pañuelo de su portaherramientas, le quitó la banda de la frente y le limpió el sudor frío.

—Akio —dijo Shikaro—. Aquí estoy... Digo, aquí estamos.

Le puso la mano sobre el hombro, pero Akio no pareció percatarse de su presencia.

—Sáquenlo de ahí para que puedan limpiar —dijo Yomoda—. El ganador es Akio Uchiha.

Taiyō y Shikaro se lo llevaron a las gradas, una vez ahí, Jurō le pasó un poco de chakra para intentar hacerlo reaccionar. Akio sintió un extraño dolor en los ojos y eso lo hizo regresar a la realidad.

—¡Ah! ¿Dónde...? ¿Qué...?

Shikaro lo sujetó del rostro y lo miró a los ojos, esos ojos negro y verde que tanto le gustaban...

—Tranquilo —le dijo—. Estás en las gradas, bobo.

—¿Yo... perdí?

—No, al contrario —dijo Jurō con seriedad—. Casi acabas con ese sujeto.

Akio se miró la mano ensangrentada y esta le empezó a temblar, apretó el puño para intentar calmarse.

—No podía dejar de pensar en que casi matan a mis compañeros —explicó—. Perdí el control...

—Descuida —dijo Kai—. No rompiste ninguna regla. Todos estamos arriesgando la vida.

Eso no lo hizo sentir mejor. ¿Qué clase de examen era este donde estaba permitido terminar con la vida de las personas?

Lily se aproximó al grupo de Konoha dando empujones hasta llegar a Akio. Convocó una vaina de esa extraña sustancia y la puso a escasos centímetros del rostro del Uchiha.

—Recuerda mis palabras, Uchiha —amenazó—: Voy a acabar con tu existencia.

Se dio la vuelta cuando los Kage dijeron su nombre.

—Lily Thalassa.

—Kai Hayakawa.

Lily dirigió una última mirada de odio a los ninja de Konoha y saltó hacia lo que quedaba del cuadrilátero.

—Qué mal —dijo Kai—. Me toca pelear con la malhumorada.

Akio se puso de pie.

—No sé de qué se queja. Ella y su equipo quisieron matarnos ayer.

Kai se rio y le dio un puñetazo amistoso.

—Deséame suerte.

Kai miró a Jurō y le sonrió, recordaba vivamente el beso que se habían dado hace tres días. Jurō apartó la mirada avergonzado, no sabía cómo sentirse con respecto a Kai; en la escuela le parecía divertido que todas las chicas estuvieran locas por él, pero jamás pensó siquiera en ninguna como una potencial pareja. Se repetía que el beso que se dieron él y Kai había sido debido al calor del momento.

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