El jutsu familiar

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El ninja invasor se aterró al ver los ojos de Akio. Ambos se habían tornado de un intenso rojo y alrededor de sus pupilas tenía unas marcas extrañas, dos en el ojo izquierdo y una en el derecho.

—¡Suéltala! —gritó el joven ninja al cargar contra su enemigo.

El extraño estaba tan asustado que soltó a su rehén y retrocedió. Akio rodeó a su amiga y golpeó al ninja directo en el rostro. El impacto lo mandó contra un árbol, pero no terminó ahí, el joven ninja estaba muy molesto y arremetió con una andanada de ataques cercanos. Combatieron en la oscuridad de la noche, el ninja invasor estaba acostumbrado a la oscuridad después de tantos meses de vivir en ella y por eso tomaba ventaja de los habitantes de Konoha que deambulaban por aquí, les robaba sus pertenencias o su comida. Pero este chico le seguía el paso en el taijutsu y era muy bueno además de fuerte para ser un genin.

Akio recibió un puñetazo en el rostro, así que respondió con uno directo al pecho de su oponente, este lo esquivó por muy poco y el puño impactó contra un árbol. Se liberó una gran energía y el tronco fue perforado por el puño de ese niño, había usado el jutsu de fuerza. Ver ese extraordinario poder sumado a los aterradores ojos rojos fue suficiente para disuadir al otro ninja de seguir luchando.

—¡Me largo! —exclamó al saltar a un árbol—. Eres un fenómeno.

Cuando se dispuso a emprender la huida, unas borlas con hilo de acero y pesos de hierro se enredaron en su cuerpo y lo hicieron caer. Tres ninja con chaleco táctico de Konoha salieron de las sombras frente a los niños. Ninguno de los niños los conocía.

—Tranquilos, jóvenes —dijo uno de ellos—. Ya están a salvo. Vinimos en cuanto vimos el fuego en el cielo.

Akio frunció el ceño, era lógico que él no necesitaba ayuda, estaba manejando la situación, sin mencionar que estaba molesto porque cuando iba a saltar en persecución de ese ninja desconocido, ellos lo interrumpieron.

—¿Akio, estás bien? —le dijo su amiga.

El chico giró y toda la flor de emociones negativas se calmó al ver a su amiga herida caminando hacia él, casi tambaleándose. Akio se apresuró a sujetarla cuidando de no mover los cuchillos clavados en ella, él había removido los suyos en la batalla y sus heridas no eran tan graves. Sus ojos habían vuelto a la normalidad.

—¡Necesito un médico! —exclamó llamando a los jounin—. ¡Rápido!

—No vino ninguno —respondió uno de ellos—. Creímos que no era algo tan grave.

—¿QUÉ? —gritó Akio—. ¿Ven problemas y no se les ocurre traer un médico? Es algo básico, idiotas.

El jounin se enfadó, pero sabía que el joven tenía razón, además activó de nuevo su Sharingan y eso lo asustó un poco. Mejor se apresuró hacia la joven herida y juntos la llevaron al doctor mientras sus compañeros se hacían cargo del invasor. Cuando regresaron a la aldea, la luz permitió a Shikaro ver claramente el rostro de Akio.

—Wow —dijo esbozando una sonrisa—. Lo has despertado, quién lo diría.

Una vez más, Shikaro calmó la ira de Akio y este le devolvió la sonrisa.

—Sólo pensaba en protegerte —admitió—. Ver que hirieron a un camarada de la aldea me hizo enojar

—¿Camarada? —Shikaro arqueó una ceja—. ¿Eso soy para ti, Akio Uchiha?

Él se echó a reír, aunque se sonrojó un poco.

—Claro que no, somos buenos amigos. Lo que quiero decir es que me habría sentido así por cualquier colega de la Hoja.

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