Examen en la Aldea de la Niebla

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—Siete equipos de Konoha, cinco de Kumo, cinco de Suna, cuatro de Iwa y tres de Kiri —dijo el señor del País del Rayo—. Además tenemos uno de Ame, el señor del País de la lluvia envío la solicitud en el último momento. También otras aldeas pequeñas envían al menos un equipo.

—No sé qué tan buena idea sea seguir con los exámenes chunnin con lo que está pasando —comentó el señor del País de la Tierra—. Primero el ataque al Orfanato del País del Fuego, luego los asaltos de ninjas renegados se incrementan cada vez y las aldeas no pueden hacer nada para localizarlos.

—Si esto se sigue agravando, necesitaremos a los ninja para hacer frente a la amenaza —señaló el señor del País del Fuego—. Los exámenes chunnin deben seguir.

—En ese caso, propongo un cambio de reglas —dijo el señor del País del Agua—. Al menos con el segundo examen.

—¿Qué cosa? —preguntaron los otros Daimyō.

El señor del País del Agua sonrió y explicó su plan.

***

El tren iba bastante rápido, así que llegaríamos a tiempo al puerto en el País de las Olas. Me sentía emocionado porque todos los chicos con los que me gradué irían a los exámenes chunnin. Me pareció apropiado que todos nos convirtieramos juntos en chunnin. Mis hermanos y yo estábamos muy emocionados, también Haruki cuando lo encontramos en la estación de trenes.

Todo era igual. El equipo 1, el equipo de Shizu y nosotros nos dirigíamos al País del Agua, a la Aldea Oculta entre la Neblina donde se llevaría a cabo el examen.

—Nunca he visto la Aldea de Kiri —comentó Hiroko—. ¿Cómo creen que sea?

—Tal vez cubierta de niebla —respondí—. Creo que por eso el examen será aquí. Para agudizar nuestros sentidos.

—El equipo 5 es perfecto rastreando —dijo Haruki—. Esto será pan comido.

Akane ladró en apoyo a su amo. Los otros equipos hablaban en sus asientos mientras los jounin iban en otro vagón. Después de un viaje de un par de horas, finalmente arribamos al puerto del País de las Olas. Se podía ver el Gran Puente Naruto desde la costa. Varios veleros de carga de tal vez veinte metros de largo estaban atracados en el muelle, todos tenían dos grandes mástiles y velas sostenidas por bambúes.

—¿Qué es eso? —preguntó Hiroko.

—Son barcos —dijo Haruki—. Sirven para transportar personas y mercancías. También hay unos más pequeños que son para pescar o también para ir a la guerra.

—¿Pelear? —preguntó extrañada—. ¿Por qué pelearían en el agua? Somos terrestres.

—No tengo idea —respondió Haruki con inocencia—. La verdad es que la guerra es historia antigua. Hoy sólo tenemos una preocupación en mente y es aprobar los exámenes chunnin.

—Si no se apresuran, reprobarán por ausencia, bobos —apuntó Shikaro—. Muevan sus traseros antes de que me provoquen jaqueca.

—Tienes catorce años —le dije—. No debe ser saludable que te dé jaqueca.

—Cierra el pico, vamos.

Siguiendo a los jounin abordamos el navío y luego de un par de horas izaron las velas. El navío se puso en marcha hacia la Aldea Oculta entre la Neblina.

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