Pruebas genin. Camino a los exámenes chunnin

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—¿Qué equipos tienen el potencial? —preguntó la Hokage a los jounin.

Los sensei de los actuales equipos genin estaban reunidos en su oficina: Himawari Uzumaki, Shikani Nara, Aya Lee, Fū Aoyama, Shōn Uchiha, Makio Akasa y Giyū Kitagawa.

—Nadie en esta habitación puede negar el enorme potencial de mis alumnos —dijo Shōn—. Los hermanos Senju y Osamu están más que calificados.

—Mis chicos tienen el poder de la juventud —comentó Aya—. Tal vez a Ranmaru le falta un poco más de alegría, pero es capaz.

Todos en la sala esperaban que los equipos de estos dos fueran recomendados, pues eran los mejores de su generación, otros equipos habían abandonado el oficio de ninja porque no dieron el ancho. En la última generación tenían cinco equipos y todos eran susceptibles a lo mismo.

La Hokage miró a Makio y a Fū, que lideran los equipos 3 y 6 respectivamente.

—Mis chicos están bien, Ryū y Taiyō son bastante competitivos, pero se llevan bien —dijo Fū—. Kiyomi es quien muchas veces les pone un alto, así que son capaces.

Sarada asintió satisfecha con la respuesta.

—Himiko tiene un gran potencial —comentó Makio—. Tal vez sea muy callada, pero lo compensa con duro entrenamiento y gran habilidad. Eso motiva al otro chico, Gen Ōtani, a seguirle el paso. Nenē se esfuerza, pero parece costarle más que a los demás.

—Mi equipo está más que listo para el siguiente nivel —intervino Shikani—. Hemos cumplido una gran variedad de misiones, trabajan muy bien en equipo y tienen jutsus poderosos de alto nivel.

—Akio, Hiroko y Haruki son los mejores rastreadores que he visto —comentó Himawari—. Han encontrado animales y niños perdidos en tiempo récord y después de la misión en el Río Helado, probaron sus habilidades en combate.

Giyū fue el último en hablar.

—Shikaro es una chica muy inteligente, aunque floja. Chōan tiene un gran corazón e instinto protector a pesar de ser tan tímido. E Inoha ha mostrado gran habilidad para las artes del engaño como una kunoichi. Tienen mucho que aprender, pero creo que les doy el visto bueno.

Siete equipos bajo el mando de siete jounin. En otros tiempos enviar esa cantidad de equipos a los exámenes chunnin era muy poco, aunque claro, antes los ninja eran fuerza militar y mientras más hubiera, mejor. Ahora enviarlos a todos le parecía demasiado.

—Hace siete años la Alianza Shinobi decidió que se limitaría el número de ninja que ascenderían a chunnin —les recordó la Hokage—. Además de que los exámenes se realizan cada año, en lugar de cada seis meses. No tengo duda de que los equipos de Shōn y Aya están calificados, pero no estoy segura de los demás.

—El consejo votaría en contra de llevar a tantos niños a los exámenes —señaló el otro asistente de Sarada, Yon—. De hecho, tampoco me agrada la idea de que...

—Gracias, Yon —interrumpió Sarada—. Cuando necesite tu opinión, la pediré.

Sarada se rascó la barbilla y pensó. Por un lado, enviarlos a los exámenes chunnin sería productivo para su desarrollo como ninja, sin importar si no ascendían de rango. Pero por mucho que odiara admitirlo Yon tenía razón. Extrañaba los días cuando el consejo estaba formado por su tío Shikamaru, Sai y Shizune, ellos solían aportar buenas ideas a su gobierno. Actualmente sólo había una ex-kunoichi en el consejo, Mirai Sarutobi, hija de Asuma y Kurenai Yūhi, los otros dos eran un par de viejos que vivieron en tiempos de la Cuarta Guerra Ninja, pero no eran shinobi.

—Pero mis niños han entrenado muy duro —dijo Aya—. El consejo no puede impedirles participar.

—Sí, no es justo.

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