Como propietario y editor jefe de Heat, la revista digital más caliente de Dallas, Han Jisung está dispuesto a todo para conseguir una buena historia, incluso a colarse en el Club 69, donde no todo es lo que parece.
Jisung se volvió hacia su amigo. – ¿Quién era ése?
- Nadie por quien debas preocuparte.
Bang Chan subió un par de peldaños y cogiéndolo del brazo, le dirigió hacia el rellano de la segunda planta.
- ¿Y por qué le arrestaste? – Él se detuvo y se soltó.
- Por agresión. – Bang Chan se encogió de hombros.
- ¿Por agresión? ¿A quién agredió?
- A un tipo que se lo merecía. Venga, vamos – volvió a sujetarle por el brazo y lo empujó para que continuara subiendo la escalera.
- Si se lo merecía, ¿por qué le detuviste?
- Porque los ciudadanos no pueden ir por ahí dando palizas a la gente y mandándolos al hospital.
Habían llegado al rellano.
- ¿Y por qué hablabas con él ahora? – insistió el rubio.
Bang Chan no contestó. Sujetó la barra de la puerta para abrirla, pero el chico le detuvo sujetándole la muñeca.
- No voy a dejar de hacer preguntas, así que contéstame.
El policía suspiró.
- Vale. Minho y yo nos conocemos desde hace mucho tiempo. Crecimos juntos.
- ¿En Oak Cliff?
Él asintió con la cabeza.
- Al otro lado de donde tú creciste – añadió mirándole a los ojos - ¿Satisfecho?
- De momento, sí – dijo él – pero permíteme que te recuerde que aunque no haya nacido en Oak Cliff, ahora vivo allí.
Chan sonrió, ambos volvieron a la cabina en amistoso silencio. Jihyo los recibió con una sonrisa.
– ¡Pensé que se habían fugado juntos! Hace nada estaban aquí los dos y de repente me he quedado sola.
- Fui al baño y tu amigo se puso a espiarme por la cerradura – bromeó Chris.
- Se están perdiendo lo mejor – se lamentó su esposa.
- Tú eres la voyeur de la familia, nena, no yo. – Bang Chan colocó sus manos en los hombros de su mujer mientras tomaba asiento y estiró el cuello hacia el ventanal para ver que sucedía en el escenario - ¿Qué hacen? ¡Vaya!
Su exclamación hizo que Jisung, a su vez, se inclinara también hacia el ventanal.
- ¡Caray! – dijo dejándose caer en una silla. Durante su ausencia, dos hombres desnudos, habían salido a escena para acompañar a Momo. Sus cuerpos, muy musculosos, brillaban gracias al aceite corporal. El trío se había colocado de tal manera que formaban una gran “N” con sus cuerpos. Los dos hombres estaban el uno frente al otro, Momo era la línea central que los unía.
Las piernas de ella reposaban sobre los hombros del primer hombre mientras el segundo la sujetaba por la cintura. Con los brazos entrelazados en las piernas de este último, Momo le chupaba los testículos mientras la cara del primer hombre se hundía en su intimidad.
Jisung estaba tan impresionado.
Atento a lo que sucedía en el escenario, imaginó que sus piernas reposaban en los hombros de Minho y que la lengua de él acariciaba su falo. Cerró los ojos y se entregó a la fantasía.
- Cariño, cuando ranito haya nacido tenemos que probar eso – dijo Bang Chan, devolviendo a Jisung a la realidad.
- ¿Estás loco? – repuso Jihyo – Yo no soy Elasticgirl. Además, ¿A quién vamos a engañar para completar el trío?
Jisung se reía, pero Bang Chan estaba muy concentrado estudiando la postura de los tres.
- No vamos a tener que engañar a nadie, cariño. Tú te apoyas en el sofá y colocas las piernas sobre mis hombros.
- Bang Chan, mi vida, ni siquiera antes de quedarme embarazada de ranito era yo tan ágil – dijo entre risas Jihyo – tendremos que llamar a un quiropráctico después.
Desde que vieron la primera ecografia, «ranito» y «El niño rana» eran los motes cariñosos con los que la pareja llamaba a su futuro hijo, Chris Júnior.
- Vale ya, chicos. ¡Demasiada información para mí! – protestó Jisung - ¡Dejen algo a mi imaginación!
- Sí claro, mira quién fue a hablar, el rey de una revista sucia – resopló el policía.
- ¡Christopher Bang, retira lo que has dicho! - Ordenó su mujer.
- Déjalo, Jihyo. No ha dicho nada que no haya oído antes – intervino Han.
Chan estaba arrepentido. – Disculpa, Han, yo no quería…
El rubio restó importancia a sus disculpas. – Créeme, mi padre me ha dicho cosas mucho peores, ¡y eso cuando está en plan amable! - Echó un vistazo a su reloj - Son las diez menos diez. El espectáculo está a punto de terminar.
- Ranito y yo estamos muertos de sueño - suspiró Jihyo.
- Pues vámonos – sugirió Chan.
- ¿Tienes todo lo que necesitabas para tu reportaje, Jisung? – preguntó Jihyo.
- Todo, todito – dijo Jisung, aliviado por no tener que persuadirles para que se marcharan – Venga, si salimos ahora, nos ahorraremos el atasco.
Los tres recogieron sus cosas, abandonaron la cabina y bajaron por la escalera; Chan iba primero para ayudar a Jihyo.
Enormes cortinas negras cubrían los ventanales de la primera planta para evitar miradas curiosas del exterior. El Club 69 era un club privado, casi secreto, abierto únicamente para sus socios y los invitados de éstos. Jisung había oído rumores sobre su existencia, pero nunca había podido contrastarlos. Después de que algunas fotos hechas con teléfonos móviles circularan por Internet, uno de sus documentalistas le confirmó que el club existía de verdad. Les llevó meses descubrir su dirección y conseguir que alguien invitara a Jisung, pagando, claro. Su equipo de documentalistas había logrado contactar con una empleada de la cocina dispuesta a enseñarle el local. Aquel contacto, Selena, era la razón por la que Han planeaba quedarse en el club después de que Bang Chan y Jihyo se marcharan a casa.
Con el gran final de la actuación de Momo en pleno apogeo, el vestíbulo principal estaba desierto, salvo por algunos empleados del club. Tras devolver Jisung la llave de la cabina a una empleada, el portero les abrió la puerta principal para que salieran.
La mansión se levantaba en una parcela de casi un kilómetro cuadrado, separada de las fincas vecinas y de la calle por una gran verja negra de hierro forjado. Una carretera ancha y circular conducía hasta la entrada de la mansión, los socios del club aparcaban a lo largo de la curva de la carretera de entrada. Los tres amigos llegaron donde Jisung tenía aparcado su Honda Accord.
- Gracias por acompañarme, chicos. – Jisung abrazó primero a Jihyo y luego a Bang Chan – Gracias de verdad.
- ¿Seguro que estarás bien? – preguntó su amiga. – Seguro. Heat está a menos de diez minutos de aquí – le tranquilizó Han – Venga, que seguro ranito está cansado.
Jisung montó en su coche, arrancó y rodeó el edificio. Aparcó en un callejón cercano, desde donde podía ver el bulevar. En menos de un minuto vio pasar el Explorer de Jihyo, alejándose en dirección oeste.
Cuando el coche de los Bang estuvo bien lejos, Jisung regresó a la mansión y volvió a aparcar. Sacó trescientos dólares de su cartera, recuperó la invitación y escondió su maletín bajo el asiento delantero. Salió del vehículo y se dirigió de nuevo hacia la entrada. No le gustaba engañar así a sus amigos, pero sabía que si les hubiera contado sus planes, no habrían querido dejarle solo.
El portero era el mismo. Tendría unos veinticinco años, la complexión de un boxeador de peso pesado. Jisung sonrió y le enseñó la invitación por la que había pagado quinientos dólares.
- Hola otra vez.
El portero inspeccionó el tarjetón grabado antes de devolvérselo.
- Lo siento, señor. Esta invitación sólo es válida para una noche.
- Lo sé, para esta noche. Iba a marcharme con mis amigos, pero luego he cambiado de opinión. Se acordará de mí…
El hombre asintió.
- Sí, me acuerdo de usted. Pero en el dorso de las invitaciones dice que no incluyen la readmisión. Lo siento hizo un gesto con el brazo para impedirle la entrada, como si anticipara que fuera a colarse.
Jisung contempló con frustración la expresión firme del guardia. «Esta norma debe de ser para impedir que un poli como Bang Chan vuelva a entrar con refuerzos después de ver lo que tienen aquí dentro.» Miró el nombre del guardia en su placa identificativa y sacó un billete de cincuenta dólares del bolsillo del montón que había cogido.
- ¿Estás seguro de eso, Alex? - preguntó Jisung, enseñándole el billete.
El hombre miró el billete con resignación. – Sí, señor. Lo siento. Podría perder mi trabajo.
- Pero si sólo he estado fuera cinco minutos de nada. ¿No podrías saltarte las normas por una vez? – suplicó.
- No señor, no puedo.
- ¿Algún problema? – preguntó una voz conocida.
Minho había aparecido en la puerta, por detrás de Alex.
- ¿Qué pasa aquí? – preguntó.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Doble actualización porque es San Valentín. Feliz 14 de febrero. - Besitos