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El repentino final de la discusión sorprendió a Jisung casi tanto como la generosidad de Minho al no hacérselo pagar con mal humor. «Tiene razón - se dijo - He sido tan posesivo como él.»

Cuando el ascensor llegó a la cuarta planta, le guió hasta la salida de emergencia que llevaba al edificio Heat. Sacó una tarjeta magnética de la mochila, la pasó por el lector, y cuando se encendió la lucecita verde, abrió la puerta y la sujetó para que Minho, cargado con los platos, pudiera pasar.

Han era el único inquilino de la cuarta planta. Él le siguió hasta su apartamento y esperó a que abriera la puerta.

Lámparas de terracota con temporizadores se habían encendido al llegar la noche, una luz cálida iluminaba la sala. Jisung miró a su alrededor preguntándose qué pensaría Minho de su casa.

La sala de estar era un espacio diáfano que incluía un comedor, un saloncito y un estudio. Cuando estaban reformando el edificio, Jisung había pedido a los operarios que derribaran los muros de mampostería, al hacerlo encontraron bajo ellos el acabado original: ladrillo rojo y vigas de madera. Y aunque el interiorista había recomendado que volvieran a enyesarlo todo, Jisung decidió mantener el ladrillo y la madera. Le gustaba su aspecto natural, así que, en lugar de cubrirlo todo de nuevo, pidió al constructor que puliera los ladrillos y restaurara el suelo de madera de roble. El resultado final le encantó. Aquellos ladrillos tan viejos, las vigas de madera y el suelo de roble le proporcionaron una sensación de estabilidad durante los inestables comienzos de su negocio.

En cuanto a los muebles, sentía predilección por las sillas y sillones muy mullidos, en cálidos tonos terrosos. A él, el apartamento le parecía bonito y acogedor. «Espero que le guste», se dijo.

- Bonito apartamento. Parece muy acogedor - dijo Minho. Parecía tener la extraña capacidad de leerle el pensamiento.

- Gracias.

En lugar de dirigirse a la mesa del comedor, Jisung le llevó a la mesita del salón, más íntima, ya lista con manteles individuales.

- ¿Qué quieres beber? - le preguntó mientras él dejaba los platos sobre la mesa - Tengo cerveza, vino y zumo de arándanos.

- ¿Qué vas a tomar tú?

- Bebo mucho té helado. Es un combinado de té helado y zumo de arándanos - explicó Jisung con una sonrisa.

-Me quedo con la cerveza - dijo Minho con una mueca - ¿Dónde tienes el baño? Después de lo de esta noche necesito lavarme un poco.

Jisung le señaló el camino mientras él se lavó las manos en la cocina, sorprendido de lo sucias que las tenía. «No es de extrañar - se dijo - Has estado por el suelo en un lavabo público y luego en un callejón de mala muerte. ¿Qué esperabas?»

Cuando Minho volvió del baño, Jisung ya había puesto la mesa, añadiendo una botella de cerveza, una jarra de té de tonos rubíes y un gran bol de fruta fresca.

-¡Vaya banquete! - exclamó él apartándole una silla para que se sentara.

- Era lo mínimo que podía hacer después de que echamos a perder la carísima cena que has pagado - le recordó Jisung.

- Bonito, no me arrepiento de un solo céntimo de esa cena. La recordaré durante mucho tiempo. - Y al decir esto, le miró a los ojos. La calidez de su mirada hizo que él sintiera ganas de suspirar de pura felicidad.

Durante unos minutos se dedicaron a comer. Jisung no daba crédito a lo hambriento que estaba. Mientras comían, le iba mirando de vez en cuando. Su camiseta rasgada y sucia le daba un aire todavía más peligroso, terriblemente sexy. Además, la iluminación de la sala creaba sombras que acentuaban la cicatriz que tenía en la cara.

Bad Boy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora