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Todavía detrás de Jisung, Minho se agachó y rebuscó entre sus pantalones hasta que dio con una de las zapatillas de deporte, la desabrochó. Le levantó un poco el pie y se la quitó.

- Levanta la pierna - susurró.

Han obedeció y él le quitó el pantalón.

- Pero ¿qué haces? - siseó Jisung.

- Facilitarte las cosas para que puedas abrirte de piernas - respondió - Ponte de puntillas.

Nuevamente obedeció y Minho volvió a calzarle.

- Buen chico - dijo con satisfacción - Ahora, inclínate un poco más hacia adelante.

El rubio siguió otra vez sus indicaciones. El callejón era tan estrecho que para Minho resultaba complicado aguantar de pie detrás del chico si se inclinaba demasiado hacia adelante. Jisung apoyó un brazo en la pared.

-¿Estás cómodo? - preguntó Minho.

-No - masculló Han - y no puedo creer que te esté dejando hacer esto.

Él no contestó. Los dos sabían que Jisung mentía. Nunca había estado tan caliente. Le dolía el pene de la impaciencia, notaba qué era un desastre, y sólo con pensar que estaba a punto de hacerlo con Minho en aquel callejón y que la policía podía sorprenderlos, se ponía a mil. Él acercó sus labios a su oído.

- Voy a meterte mano, pero no grites.

- No puedo prometerte nada...

- Pues piensa cómo te sentará vernos de esta situación en el periódico de tu padre-le advirtió Minho.

Nada más oír la palabra «padre» cerró el pico. Asintió. Minho se rió. Su risa resonó en el cuerpo de Jisung y acrecentó su deseo.

Con una mano, él le acariciaba el culo; con la otra, le acariciaba la polla ligeramente dura. El rubio empezaba a sentir el vértigo de la tensión sexual; menos mal que tenía una pared donde apoyarse. Uno de los dedos de Minho habían entrado de una, buscando aquel punto dulce en tan estrecho espacio. A Jisung las piernas apenas le sostenían. Se inclinó un poco más y se apoyó bien en la pared.

- Ese es mi chico - dijo él.

El primer dedo empezó a moverse de manera brusca, entrando y saliendo, acariciando aquel lugar rugoso de manera juguetona.

- Estás empezando a ponerte duro por mi... - aunque susurraba, su voz era profunda.

Fuera del callejón, se oyó cómo las puertas de un vehículo se cerraban y arrancaba un motor. «Será la ambulancia», alcanzó a pensar Jisung. Minho le introdujo el segundo dedo y empezó un movimiento de vaivén, metiéndolos y sacándolo de manera tortuosa. Mientras qué la otra mano comenzaba a masturbar a su pequeño gran amigo.

- Ooooh... - gimió el rubio, incapaz de permanecer en silencio.

-Shh... - ordenó Minho.

-No puedo evitarlo - susurró Jisung.

Él sacó los dedos y se acercó a su oído - No puedes hacer ruido, nos van a oír.

- ¡Pues entonces deja de tocarme!

-Ni lo sueñes, bonito.

A los pocos segundos, el chico notó cómo Lee sacaba de su bolsillo un pañuelo de tela.

- Muerde esto - le dijo mientras se lo metía en la boca.

Jisung se quejó, pero ya era demasiado tarde, Minho le había metido el pañuelo en la boca.

«Espero al menos este limpio» se consoló Jisung.

Notaba que Minho se movía, pero no sabía muy bien qué estaba haciendo hasta que sintió su polla dura contra su culito. Se había desabrochado los pantalones, aunque no se los había bajado. Jisung le había oído rasgar algo, e intuyó que se estaba poniendo un condón.

Bad Boy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora