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- Minho, el jefe te busca.

Maldiciendo la interrupción, Minho se apartó de Jisung.

- Dame un minuto.

Aturdido por el deseo, el rubio se volvió para mirarle. Se estaba pasando la mano por los cabellos, peinándose un poco.

- Bonito, tengo que irme. No te muevas, volveré en cuanto pueda. - Se abalanzó sobre él y le dio un beso fugaz antes de salir del despacho, cerrando la puerta tras él.

«Ufff... Dos minutos más y le habría arrancado la ropa a tiras», se dijo el rubio. Intentando no pensar en el beso que le acababa de dar, Jisung se contempló en el espejo. «Parezco un adolescente que se ha dado el lote en el asiento trasero del coche de papá». Se alisó la camisa arrugada y se colocó bien los pantalones. Le dolía la polla de tanta excitación acumulada.

Evitando pensar en Minho, miró la hora. «Me quedan quince minutos antes de verme con Selena. - Echó un vistazo a la sala, donde la subasta estaba en pleno apogeo - Este puede ser un buen momento para ir a la cocina», se dijo.

Selena le había dibujado un mapa de la casa, indicándole cómo llegar allí. Antes de abrir la puerta del despacho, Jisung vaciló unos segundos. «Vamos a ver: si alguien me sorprende, diré é que estaba buscando algo para comer o que he ido por un vaso de agua». Bloqueó el botón de cierre del pomo de la puerta para poder volver a entrar en el despacho si necesitaba esconderse. Después de comprobar que no había nadie en el pasillo, salió. «Si tengo suerte, quizá Minho piense que me he cansado de esperar y que me he ido a casa. Tengo que concentrarme en mi trabajo y olvidarme de su cuerpazo...»

Selena le había explicado que el personal de la cocina se iba a las diez de la noche. Como ella no tenía llave del club, sólo podía enseñárselo mientras estuviera trabajando. Le había propuesto que se encontraran en la cocina mientras todo el mundo estuviera pendiente del espectáculo.

Jisung se escabulló por la escalera de servicio, situada al fondo del vestíbulo, frente a la escalera principal. Bajo los peldaños hasta un pasillo ancho con varias puertas. Se sacó el mapa del bolsillo y se dirigió hacia una puerta batiente que tenía una ventanilla circular. Miró a través de ella, pero no vio nada. La cocina estaba a oscuras. Entró.

La luz de una farola de la calle entraba por la ventana del fregadero e iluminaba vagamente la cocina.

Jisung podía distinguir el reflejo de los electrodomésticos. Se dio un golpe contra la isla de la cocina.- ¿Selena? - susurró.

- Aquí - respondió bajito una voz con acento diferente. Al lado de la nevera, una mujer emergió de las sombras.

Selena era menuda, debía de medir alrededor de metro cincuenta, llevaba uniforme de cocina y un delantal blanco. No dejaba de mirar a un lado y a otro, como si temiera que alguien fuera a atacarla por sorpresa.

- Soy Han Jisung, gracias por aceptar hablar conmigo.

Avanzó unos pasos y se quedó paralizado al ver una expresión de terror en la cara de Selena. La mujer retrocedió de un salto. Jisung se volvió y vio cómo la puerta batiente se abría. Una voz áspera preguntó:

- ¿Qué hace usted aquí? - al tiempo que decía esto, accionó el interruptor.

La cocina se iluminó de repente. Jisung parpadeó, deslumbrado durante unos segundos. Cuando sus ojos se acostumbraron a la luz, vio a un hombre frente a él. Lo tenía demasiado cerca. Y lo observaba.

El individuo era un tipo con rasgos asiáticos, delgado. Vestía una camisa negra de seda de manga larga y pantalones beige. Su rostro conservaba antiguas marcas de acné, y los ojos se le hundían en el cráneo; unos ojos que lo estudiaban, vacíos e inexpresivos, como los de un coyote. A su manera era bastante guapo. Jisung sintió un escalofrío repentino.

Bad Boy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora