La hoja de la navaja brillaba bajo la luz amarillenta de las farolas.
- ¡Minho! - gritó Jisung - ¡Tiene una navaja!
- ¡Shh! - le calmó Minho - Todo irá bien. Dos minutos y te llevo a casa - dijo empujándole hacia el aparcamiento. Sin apartar la vista de Frank, se agachó para recoger la mochila del suelo.
- Muy bien, cerdo, muy bien... - se jactó Frank.
Minho no respondió. Empezó a desplazarse hacia su izquierda. El tipo de la nariz rota, Barney, se levantó y dio un paso adelante. Jisung miró a su alrededor en busca de un arma y cogió una botella de cerveza vacía del suelo, pero enseguida se dio cuenta de que no la necesitaba. Barney, con la cara ensangrentada, se había acercado a un contenedor de basura, apoyó la espalda contra el metal y se dejó caer, deslizándose hasta el suelo, donde se quedó sentado con las piernas abiertas. Para él, la noche había terminado.
Unos metros más allá, Jake había conseguido ponerse en pie.
- ¿Qué ocurre? - murmuraba sacudiendo la cabeza. Estaba de espaldas a la pelea, apoyando las manos sobre el capó del coche que le había servido de soporte para levantarse.
Sin dudarlo ni un momento, Jisung corrió hacia él botella en mano y se la hizo añicos en la cabeza. Jake cayó de bruces contra el capó del coche, lentamente fue resbalando hasta el suelo... Jisung se quedó a su lado, preparado para atizarle de nuevo si era necesario, pero el hombre no se movió. Se volvió para ver cómo le iba a Minho. Continuaba moviéndose en circulo alrededor de Frank, sujetando su mochila con una mano. La luz de la farola revelaba dos rasguños de navaja en la parte delantera de su camiseta.
Jisung notó que la botella se le escapaba de las manos y caía al suelo. «Ese tipo es capaz de matar a Minho delante de mí. Tengo que pedir ayuda. Pero la necesidad de permanecer al lado de él le mantenía inmóvil. El silencio de los dos hombres era exasperante; Jisung podía oír el estruendo del tráfico de aquel boulevard y la música de un bar cercano. Aparte del roce de sus zapatos sobre el pavimento, los dos hombres no hacían ningún ruido.
Llevaba un rato mirándolos cuando se dio cuenta de que Minho seguía moviéndose hacia la izquierda, lo que obligaba a hacer lo mismo a Frank, que sostenía la navaja en su mano derecha. Al ser diestro, estaba en cierta desventaja en aquella peligrosa danza. <<Se nota que Minho ya ha peleado otras veces - pensó, y recordó la cicatriz de su cara - Claro que ha peleado otras veces!» Darse cuenta de algo así, en lugar de alarmarlo, lo tranquilizó. Si sabe lo que está haciendo, quizá todo salga bien», concluyó.
Frank se abalanzó sobre Minho, pero éste había previsto el ataque y estaba preparado. Desvió el golpe con la mochila de Jisung e intentó sujetar a aquel tipo con el brazo izquierdo. Su contrincante le esquivó y retrocedió. Antes de que pudiera atacarle de nuevo, un ruido procedente del restaurante los distrajo a ambos. La puerta trasera de la cocina se había abierto y un ayudante de camarero sacaba dos grandes bolsas de basura. Cuando vio a los dos hombres y la navaja, dejó caer las bolsas al suelo y volvió a entrar a toda prisa. Minho sonrió, pero no había nada gracioso en su sonrisa.
- Se te está acabando el tiempo, Frank. Van a llamar a la policía. Te enfrentas a un cargo de agresión con el agravante de arma blanca. Y eso es un delito.
La cara del hombre se contrajo en una mueca de rabia, y atacó de nuevo. Minho, que esperaba el ataque, le arrojó la mochila a los pies, lo que hizo que el tipo tropezara y cayera al suelo. Minho se le lanzó entonces encima, doblándole el brazo con el que sujetaba la navaja hacia atrás en un ángulo muy forzado. Pero como Frank, a pesar de gritar de dolor y de rabia, no soltaba el arma, se sentó encima de él a horcajadas y continuó forzándole el brazo. Los gritos de Frank se volvieron más agudos, pero aun así Jisung alcanzó a oír el crujir de huesos rotos. Parecía que toda la fuerza y la ira del hombre le habían abandonado, como un globo que se deshincha. Minho soltó el brazo que acababa de romper y retiró la navaja de los dedos inmóviles de Frank, la cerró y se la guardó en el bolsillo. Acto seguido se acercó al tipo que gimoteaba, le dijo:

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Bad Boy
FanfictionComo propietario y editor jefe de Heat, la revista digital más caliente de Dallas, Han Jisung está dispuesto a todo para conseguir una buena historia, incluso a colarse en el Club 69, donde no todo es lo que parece.