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Sin previo aviso, él se apartó del rubio, se levantó de la cama y empezó a quitarse la ropa. Al ver aparecer su torso por debajo de la camiseta, Jisung supo que nunca iba a cansarse de contemplarle mientras se desnudaba. Cuando estuvo desnudo, se arrodilló a su lado, junto a la cama.

- ¿Te gusta lo que ves? - preguntó cogiéndose los testículos.

- Me encanta - contestó el chico acariciándolos sobre la mano del contrario. El vello corto y rizado que los recubría era áspero y muy varonil.

- Con cuidado, bonito. Los necesito.

- Tranquilo, no te los voy a robar- dijo Jisung con una sonrisa - Anda, separa las piernas - le ordenó.

Minho obedeció y Han le soltó los testículos, se echó un poco hacia atrás en la cama y luego, con una mano, acarició la parte baja del escroto, rascándole suavemente con las uñas. Minho ronroneó de placer.

- Te gusta, ¿verdad? - dijo, repitiendo la pregunta que él le había hecho antes - Vamos a ver que otras cosas te gustan.

Le sujetó bien la polla, con el pulgar, empezó a acariciarle el glande. Cuando apareció una gota de líquido preseminal, se inclinó para recogerla con la lengua.

Sin aviso previo, Minho le agarró y le dio media vuelta. Antes de que Jisung pudiera darse cuenta, lo había tumbado sobre la cama, le había separado las piernas y se había colocado sobre él.

- ¿Qué haces? Iba a comértela un poco - protestó Han.

- Cariño, si te la metes en la boca, me voy a correr enseguida. Y quiero meterla.

Minho le acariciaba la entrada con los dedos sin dejar de mirarle a los ojos, allí tumbado, con aquella mirada penetrante, Jisung experimentó una repentina timidez y giró la cara.

- ¡No! - exclamó él apartando los dedos.

Jisung volvió a mirarle a los ojos.

- Mírame, quiero estar seguro de que sabes que soy yo quien está aquí contigo. No quiero ser un polvo más hasta que llegue el siguiente.

Jisung se quedó sorprendido. «¿Cómo lo sabe? - pensó - ¿Cómo ha podido saberlo?»

-¿De qué estás hablando? - preguntó.

- Pregúntamelo luego. Ahora confía en mí. Mírame, quiero que estés aquí, conmigo.

El joven rubio asintió, mordiéndose el labio inferior, mientras él sonreía al tiempo que sus dedos buscaban como adentrarse y tocar su punto. Una especie de descarga eléctrica recorrió todo el cuerpo de Jisung. Su reacción fue tan brusca que a punto estuvo de apartar la mano de Minho.

- Te gusta, ¿verdad? – dijo él utilizando de nuevo el latiguillo que ahora compartían.

Su pulgar y su índice frotaban el pequeño, como estrecho, punto.

-¡Para! ¡No, no! - suplicaba Han, sin saber lo que estaba diciendo. Lee no sólo no paró, sino que le penetró con dos dedos por completo.

Jisung empezó a menear las caderas, él siguió mirando cómo se movía mientras metía y sacaba los dedos; el rubio apenas podía mantener los ojos abiertos y mirarle a la cara. La doble estimulación que él le proporcionaba era demasiado. Parecía que sus caderas tenían vida propia.

- ¡Por favor, Minho! - suplicó.

- Eso es, cariño, déjate ir. - diciendo esto, sus dedos abandonaron el lugar y se centraron en la abertura de su cavidad, entrando y saliendo cada vez más rápido. Un último empujón catapultó la mente de Han hacia el espacio; ya no estaba en este mundo y sentía un intenso placer. Volvió en si poco a poco. Primero, reconoció su cama; luego, el olor a sexo de su propio orgasmo. La voz de Lee la ayudó a aterrizar.

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