—Señora Mafe, déjeme entrar primero.—Murmura Gabriela abriendo la puerta de la calle.
—Sí, claro.—Acepta la mujer rubia.
—Adelante.—La invita a pasar una vez que ella se encuentra en el jardín.
—¡Pero qué frescura!—Replica Mafe observando el lugar.—Le juro que siento como si se me hubiera quitado un peso de encima. Me siento tan ligera...
—Será porque el señor Oliver va cargando todo.—Responde Gabriela.
—No hay problema.—Le asegura el chico.—Pero señora Mafe, déjeme pasar.—Le pide pasando junto a ella con dos maletas y dos bolsos. Algo exagerado para pasar una sola noche allí.
—Adelante.—Dice la mujer pelinegra de forma amable.
—Qué lindo...—Sigue apreciando Mafe.—Pero no es porque él lleva el equipaje. Se me quitó un peso de encima. Me siento más ligera, ¿entiende? De verdad, qué bien me siento. Agradezco mucho su hospitalidad.
—Claro, sí...Mejor no toquemos ese tema porque esto muy confundida.
—Está bien. No lo toquemos. Pero quiero que sepa que agradezco su hospitalidad. Quiero que cuentes conmigo, aunque después no volvamos a vernos.
—Señora Mafe, me importa la solidaridad entre mujeres. ¿Me entiende?—Replica Gabriela.—Es para mí algo fundamental, por eso la invité a venir, porque no voy a permitir que ninguna mujer tenga que sufrir así por un hombre. Jamás lo permitiré.
—Muchas gracias.—Responde María Fernanda.—¡Oliver!
—¿Señora?—Murmura el chico de pie frente a la puerta de la casa.
—Llama a Daniela y dile que estaremos aquí.—Pide la mujer rubia en un susurro.
Gabriela tarda solo unos segundos en abrir la puerta y finalmente los invita a pasar.
—No sé si se vayan a sentir cómodos pero...esta es nuestra linda casa.—Les dice con una sonrisa.
—Ahh...Pero qué ternura, natural, orgánica, sincera.—Observa todo Mafe, intentando encontrar las palabras adecuadas.—Humilde. ¿Cómo era eso, Oliver? Algo humilde...
—¡Señora Mafe!—Vuelve a hablar Gabriela llamando su atención mientras se quita sus zapatos para reemplazarlos por pantuflas.
—¿Sencilla?—Responde el chico.
—¿Sí, diga?—Replica Mafe mirando a la dueña de casa.
—Al entrar nos quitamos los zapatos.—Le informa señalando sus pies.
—Ah, ¿y cómo camino por la casa?
—Acabo de limpiar los tapetes. Así que venga, le daré unas pantuflas. Va a estar muy cómoda.
—¿Lavó los tapetes? Debe ser agotador.
—Puede usar estas, venga.—Pide Gabriela colocando un par de pantuflas en el piso.
—Perdón, ya había entrado.—Se disculpa nuevamente acercándose a ella.—Se ven muy suaves.—Observa las pantuflas de color blanco.
—Pues así nos gustan.—Responde la mujer pelinegra con una sonrisa.—Con permiso. Están en su casa. Iré a preparar el té ahora
Mientras Gabriela se va a la cocina, Mafe termina de ponerse las pantuflas y entra a la sala de estar para seguir observando la casa.
—No estoy acostumbrada a andar con pantuflas.—Murmura María Fernanda caminando con algo de incomodidad,—Y menos tan mullidas...—Sigue hablando.—Ay, los sofás, también son mullidos.
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¿Será que es amor? - Caché Adaptación
FanfictionMaría José Guzmán "Poché" es una joven vendedora de flores que pone todas sus esperanzas en su educación. Cuando se enfrenta a Daniela Calle una millonaria heredera, su beca para estudiar en Italia se ve afectada, dejándola solo con su diploma de es...