Capítulo 11

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—Hola tía. ¿Qué haces?—Saluda María José llegando a su casa.—¡Té de tilo!  Yo también quiero.—Pide sirvíendose un poco en un vaso.

—Lo hice para las dos.—Responde la mujer mayor.—Mira qué bonitas fotos.—Lloriquea mientras le enseña unas fotografías de la morena cuando éra pequeña.

—¿Otra vez viendo ese álbum tía?

—Claro que si. Ay Majo, tus manos eran tan pequeñas. Tus padres no encontraban guantes de tu tamaño y tu madre te cosió unos.—Cuenta enternecida.—Echo de menos tu infancia.

María José no responde y observa las fotografías con nostalgia, era ver los pocos momentos que alcanzó a tener con sus padres, momentos en los que pudo ser feliz, momentos donde sintío tener la familia perfecta y saber que ya no podía verlos ni mucho menos abrazarlos, dolía y dolía mucho. Sin poder evitarlo, sus ojos se llenaron de lágrimas.

—No pudieron verme crecer.—Murmura mientras juega con sus dedos.—Los extraño mucho.

—Yo también. Mucho.

—¿Sabes una cosa? Mi anhelo nunca disminuyó ni por un momento.—Cuenta triste reteniendo las lágrimas.—Ser exitosa...tener una buena educación, lo unico que deseaba...era ser digna de ellos, pero supongo que no podré.

—No digas eso María José. No quiero oír eso de nuevo.—Replica Gabriela con tristeza.—Tus padres estarían muy orgullosos de ti también. Tan orgullosos como yo.

—¿Lo dices en serio?

—Por supuesto.

—Gracias por estar conmigo.—Responde María José llorando y tomando las manos de su tía sobre la mesa.

—Ay cariño, no sé de dónde viene de pronto tanto sentimentalismo.—Dice mientras ambas se secan las lágrimas.—Pero Majo...

—Dime

—De acuero, te comprometiste con esta mujer. Pero ¿qué hay de la universidad?—Cuestiona preocupada.

—La terminaré. Tranquila, no renunciaré a mi sueño.

—Majo..—Dice Gabriela con cautela.—es un año, solo queda uno y acabas. No seas tan obstinada. Hablemos con tu abuela.

—¿Con mi abuela?

—Sí.

—No, no necesitamos nada de ella. Y mucho menos su dinero.—Replica la morena molesta.

—Cariño, te lo dije miles de veces. El dinero que nos daría ella, igual es tuyo y te pertenece. Legalmente es tuyo.

—Tía, por favor. Mantengamos a la abuela alejada y no hablemos más de eso.

—De acuerdo. Pero veo que no conoces a tu abuela. Ella ha observado cada movimiento que hicimos estos años. La conozco bien. Lo sé.

—Mejor cerremos esto con un gran abrazo.—Dice María José poníendose de pie y yendo a abrazarla.

—¡Yei, abrazo!

—Y digámosle a la abuela: ¡Somos muy felices sin ti!

—¡Somos muy felices!—Gritan ambas al mismo tiempo.

—Eres una chica loca pero te quiero mucho.—Dice Gabriela con ternura.

—Yo a ti tía.

(....)

—¿Por qué me miras así?—Cuestiona Laura mirando a su novio.

—Porque eres hermosa.

—Qué bueno que salimos hoy. No hemos tenido tiempo para nosotros.

¿Será que es amor? - Caché Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora