Capítulo 80

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—Nunca me habría imaginado que María José me llamaría para decirme esto.—Murmura Gabriela sorprendida.—¿Cómo que se quedará a dormir con Leticia?

—Bueno, Gabriela, tal vez quiere conocer a su abuela, ¿no crees que sea posible eso?—Replica Paula.

—¿Y qué quiere conocer? Esa señora solo piensa en sí misma.—Responde la mujer mayor.—No le importa la felicidad de otros a menos que le sirvan de algo. ¡Estamos hablando de una mujer sin corazón!

—Uff, Gabriela, qué dura.—Murmura asombrada Kim. Nunca la había visto nada molesta.

—¿Y qué quieres que diga? La verdadera dureza viene de ella. ¡Ella nunca estuvo! Apenas apareció, y esta es la realidad, ¡la dura realidad!—De pronto piensa en algo y se pone de pie.—Oigan...¿será que mi mamá la está obligando? Porque yo la conozco. ¿Deberíamos ir a verla?

—No, Gabi, no.—Niega de inmediato la abogada.

—Yo sé que puede obligarla.

—Tranquila, no creo.—Responde la rubia.

—¿Por qué la obligaría? María José ya no es una niña.—Miente Paula.—¿O crees que sigue siendo una niña?

—Siéntate.—Pide Kim y la mujer le hace caso.

—Pues, no lo sé.—Replica Gabriela preocupada.

—Ya hablamos con María José.—Le asegura la rubia.—Y a Majo no le cae muy bien su abuela.

—Lo sé.—Afirma Gabriela.

—No le gusta para nada. Ella la odia, pero aunque la odie, no la conoce. Entonces, uno debe conocer a su enemigo.—Argumenta.—Conocer a su enemigo y luego actuar.

—Puede ser. Porque en realidad, María José no la conoce. Cuando la conozca, decidirá.

Aunque les resulta difícil, finalmente logran calmarla y que deje de pensar en su madre. Y la realidad es que Gabriela tenía miedo que la morena se alejase de ella.

(***)

—Cuando te acostumbres a esta ciudad, nunca la vas a poder abandonar.—Comenta Leticia tomando un sorbo de su copa de vino.

—No estoy pensando en irme, Leticia.—Asegura Mateo.—Creo que me he enamorado de Miami.—Lo dice mirando a María José.

Pero ella aparta la mirada de inmediato. Entre los halagos constantes por parte del ojiverde y la rabia que sentía porque Daniela estuviese cenando con Manuela, la morena sentía que iba a explotar en cualquier momento.

—¿Entonces va a entrar a las juntas que tendremos con la agencia, señorita Daniela?—Pregunta Manuela.

—No, no entraré a las primeras.—Responde la castaña.—Mejor empiecen ustedes. Yo me integraré cuando tengan avances.

—Como usted quiera. Por cierto, aquí tienen unos cocteles deliciosos y sin nada de alcohol ¿Se le antoja pedir uno?

—Nunca pido cocteles, pero...—Mira un segundo a María José y luego regresa su mirada a su acompañante.—¿Por qué no?—Añade divertida y levanta la mano para llamar a la mesera.—Señorita, una pregunta, ¿tiene algún coctel que no tenga fresas?

—Sí, señorita, tenemos varios.—Responde la mesera.

—Soy alérgica a ellas.—Le explica a Manuela.

—Le pediré uno especial y diré que no le pongan fresas.—Dice la mesera con amabilidad.

—Genial, gracias.—Replica la castaña.

¿Será que es amor? - Caché Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora