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—Te dije que lo empujaras, no que lo mataras, idiota.— reclamó YoonGi, mirando con reproche a su hermano.

—Si no te gusta como hago las cosas, debiste hacerlo tú.— respondió Agust, alzando los hombros y le restó importancia.

Suga, el menor de los tres hermanos, apretó fuertemente su preciado peluche entre sus brazos con disgusto, ya que no le gustaba verlos pelear.

—¿Crees que está bien?— preguntó con un puchero en el rostro a su muñeco en forma de galletita.

Los mayores se acercaron al cuerpo inconsciente de JiMin, ignorando como de costumbre la extraña manía que tenía el menor de hablar solo. Ambos miraron las heridas sangrantes e inhalaron el dulce y tentador aroma a manzanas que desprendía, era el olor del pecado.

Sin duda, la extrema sed que sintieron confirmaba que lograron encontrar a su nueva Eternâ, aunque era muy distinto a los anteriores. Habían conocido cinco ejemplares durante todo el tiempo que llevaban vivos, pero nunca fue un chico.

—¿Se habrá quedado sin mujeres o qué?— dudó YoonGi casi ofendido.

—Umm... ¿Qué más da?— contestó Agust, evaluando de pies a cabeza al chico que yacía en el piso —No está nada mal.— opinó.

El menor al escucharlos decidió acercarse para también poder ver y sus ojos grisáceos destellaron. Sostuvo su peluche con una mano y se agachó para acariciar delicadamente el rostro de JiMin, era sumamente suave al tacto.

—¡Es hermoso!— exclamó Suga, poniéndose de pie para dar brinquitos de emoción alrededor de sus hermanos.

—De igual manera morirá.

Las tajantes palabras de YoonGi lograron que el silencio los volviera a rodear, Suga se desanimó y Agust sintió la ira recorrer su cuerpo. Ciertos recuerdos azotaron de manera violenta a los tres, no hay nada bueno en ellos y sus iris se tornaron ligeramente rojos por instinto al dolor.

Siempre había sido así, las Eternâ morían sin importar cuanto las quisieran y cuidaran o si intentaban convertirlas. Ese era su castigo, tomarles afecto para luego verlas morir, una y otra vez, todas de manera inolvidable y horrible.

Los Min aprendieron por la mala, luego de la segunda muerte presenciada, y es por eso que después de tantos errores dejaron de sentir. Sus sentimientos estaban encapsulados en un rincón de sus pechos y cada que encontraban una Eternâ solamente les daban el uso que les fue encomendado.

Este slujitorul nostru.— sentenció YoonGi, acuclillándose para tomar el frágil cuerpo entre sus brazos y cargarlo —Recuérdenlo bien, no debemos fracasar de nuevo y hundirnos mucho más.

— sentenció YoonGi, acuclillándose para tomar el frágil cuerpo entre sus brazos y cargarlo —Recuérdenlo bien, no debemos fracasar de nuevo y hundirnos mucho más

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JiMin despertó por el dolor recorriendo cada una de sus extremidades, su cabeza estaba punzando repetidamente, provocándole fuertes mareos. Fue abriendo los párpados de a poco y entonces pudo ver una oscuridad absoluta.

𝕰𝖙𝖊𝖗𝖓𝖆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora