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Maratón dedicado a Only_Fan_s por sus propinas 💖

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SungRyung soltó a su hijo, dejándolo caer en la tierra lodosa, observó hacia todos lados para asegurarse de que no hubiese ninguna presencia cercana a ellos. Su plan iba perfectamente, tal como había estado ideando desde hace años.

El casarse, tener a JiMin, traspasar el alma de Hilda, verse involucrada con el Vaticano y volver a Transilvania, todo lo había considerado de antemano. Se sentía orgullosa por su habilidad de manipular a todos los que la rodeaban y ahora estaba tan cerca de obtener la mayor recompensa al traer a su hijo hasta este portal.

Claramente hubo algunos inconvenientes para lograr su cometido, como la repentina aparición de los hermanos Min en su casa, estando en Corea del Sur y que su hija fuese un hijo. Además, que la iglesia la empezara a buscar por culpa del boca floja de su esposo, quien solo había sido un títere para su conveniencia.

No tenía ni una pizca de remordimiento por todo lo que estaba haciendo ni por lo que había hecho en el pasado, su alma estaba tan podrida que nunca podría ser salvada. Si JiMin tenía la esperanza de hacerla cambiar de parecer, solo sería una pérdida de tiempo.

Todo tenía que funcionar, su magia no duraría más años y estaba harta de tener que depender del consumo mágico y vital de otras personas. Esa fue la forma en que se había mantenido en pie durante tanto tiempo, succionando los años de vida a completos desconocidos. Daba igual si eran jóvenes o adultos, no conocía el remordimiento.

—Camina, no pienso arrastrarte.— ordenó SungRyung a su hijo.

JiMin procesó sus palabras mientras parpadeaba un sin número de veces, fijándose a su alrededor y se dio cuenta de que estaban en un bosque. Estaban rodeados de distintos pinos gigantes, delante había una cabaña vieja y solo el cielo oscuro les hacía compañía. El silencio era absoluto y lo tenía bajo suspenso porque era imposible que no escuchara nada.

—JiMin.— insistió la exasperante voz de su madre.

Entonces se puso de pie a la vez que se sostenía del tronco más cercano y la vio esperándolo en la entrada de aquella desconocida cabaña, pero que se le hacía levemente familiar. Caminó hacia esa dirección con pasos inseguros porque no sabía dónde estaba o qué debía hacer, una parte quería hablar con SungRyung y hacerla entender, era su madre. Aunque, una vez delante de ella, no le dio tiempo y lo hizo entrar en el interior oscuro.

—¿Qué es este lugar?— preguntó JiMin desconcertado.

SungRyung no le respondió, a pasos ciegos se dirigió hacia un rincón y múltiples velas se encendieron en cada uno de sus pasos. Ese suceso dejó impactado a JiMin, aunque no solamente eso, sino también las cosas que había dentro. Las paredes eran de un tono gris desgastado, decorado por varios pentagramas que parecían hechos con sangre, animales degollados colgados junto a extrañas hierbas y por lo cual se desprendía un olor repulsivo.

—Acércate.— pidió ella, pero la ignoró, demasiado perdido en lo que contemplaba.

Sin embargo, el cuerpo de JiMin fue levantado por una fuerza sobrenatural que lo llevó hasta su madre y lo ubicó delante de un altar, o por lo menos eso parecía la enorme piedra. Al darse cuenta de lo que sucedió, su respiración se descontroló. Por más que miraba, no encontraba a nada ni nadie, más estaba seguro de que había sido levantado sin voluntad.

—M-mamá.— tartamudeó JiMin aterrado, viendo cómo lo ignoraba y abría un libro extraño.

La cabeza del peli rosa comenzó a taladrar, su mirada volvió a vagar por todo el lugar y se percató de algo que había pasado por alto antes. En uno de los rincones había una figura negra, peluda, de ojos dorados, colmillos puntiagudos, eran como los de un lobo y tenía lo que parecía ser el hocico lleno de sangre. Era algún tipo de animal que estaba realmente lastimado, tal vez de él venía el hedor de muerte.

𝕰𝖙𝖊𝖗𝖓𝖆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora