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A JiMin le pesaba todo el cuerpo, pensó que quizás había dormido mal, pero estaba equivocado. Lo que realmente pesaba eran los tres cuerpos sobre el suyo, YoonGi dormía plácidamente en su lado derecho, Agust en el izquierdo y Suga sobre su vientre.

Un poco ido se fijó en el techo, el espejo que había allí le permitió ver con mayor claridad la imagen y sin saber por qué, ya se encontraba sonriendo. Los recuerdos de la noche anterior lo hicieron sonrojar y reír levemente, había sido increíble.

Sin querer molestar el descanso de los Min, dirigió lentamente una de sus manos hacia su cuello para tocar las marcas de los colmillos y sintió una calidez inexplicable recorriendo todo su ser; paz. Jamás se hubiese imaginado que sería de esta manera, que se sentiría de esta forma tan desbordante y natural. Se sentía querido, valorado, deseado y completamente lleno, no podría describir todas las emociones que abarcaban su pecho.

Sus ojos no podían despegarse del techo, continuaba viéndolos a través del espejo y poco a poco se fue dando cuenta de que YoonGi despertaba, por lo que se fijó en él. Se estaba sentando perezosamente sobre la orilla de la cama, su calor lo abandonó y se centró en los rasguños que había en su pálida espalda.

—Despertaste temprano por lo que veo.— dijo con su voz sonando más ronca de lo habitual, probablemente por haber despertado recién.

JiMin asintió, totalmente sonrojado por lo que le había hecho, giró su rostro y se quedó ido en su belleza matutina, estaba somnoliento. Sus palabras lo habían dejado mudo o más bien el poder que había en ellas, era sorprendente la manera en que su corazón se aceleró solamente por escucharlo.

—Te ves algo perdido.— comentó esta vez Agust a su otro lado, sacándolo de su trance, su aliento cálido pegó en su mejilla y se dio cuenta de que él también había despertado.

—U-un poco.— respondió en un balbuceo viéndolo.

Agust solamente le sonrió y acto seguido sintió unas caricias en el estómago, su mirada viajó hacia Suga, quien suavemente le daba mimos en la piel. Sin aviso previo se alzó sobre su cuerpo, dejó un casto beso en sus labios y pegó su nariz contra la suya.

—Eres tan bello.

JiMin trago saliva en seco por su halago, se apartó de él y le sonrió con ternura. Los tres hermanos ya se habían puesto de pie y se encontraban delante del gigantesco closet, sacando prendas para colocárselas, ellos estaban desnudos ante su tímida mirada. Observo sus cuerpos, cada uno tenía marcas hechas por él y de alguna manera eso lo hizo sentir orgulloso, como si hubiese marcado su territorio en ellos.

—Si sigues mirándonos así, creeré que quieres tener una ronda matutina.— comentó YoonGi, girándose y atrapándolo.

JiMin negó apenado —N-no, no es eso.— se trató de explicar y los escuchó reír, un sonido tan hermoso que también le provocó reír de igual manera.

—Qué lástima quería volver a oírte gemir.

Suga asintió a las palabras de Agust —También yo, pero esta vez pido estar dentro.— señalo como si nada.

JiMin abrió su boca de sorpresa, estaba seguro de que tenía todo el rostro rojo y no pudo responder. Muy adentro de él había una vocecita diciéndole que próximamente podría tener a los tres en su interior. Aquella idea lo impactó, un calor comenzó a formarse en su vientre y sintió una punzada en su entrepierna de tan solo imaginarlo.

—JiMin.— lo llamo YoonGi, estaba ahora a su costado y vestido por completo — Necesitamos que nos acompañes al Copacul Vieții.

—¿Al árbol de la vida?— dudó sin percatarse de que había comprendido su lengua rumana.

𝕰𝖙𝖊𝖗𝖓𝖆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora