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—¡GiEun! ¡SuJin!— grito JiMin hacia el bosque —Es hora de comer, más vale que vengan en este instante o les diré a sus papás.— advirtió.

Los mellizos salieron corriendo al escucharlo, la pequeña GiEun tenía su cabello negro revuelto, lleno de hojas y su pantalón desacomodado. A su lado, SuJin estaba lleno de lodo, su vestido azul con blanco parecía que en realidad era café y negro.

JiMin había tenido dos pequeños, uno de YoonGi y otro de Suga, fue una fecundación doble, conocida como superfecundación heteropaternal y ahora ambos ya tenían cinco añitos.

GiEun era de YoonGi, su nombre era en honor a su abuela EunGi y aunque era una niña adoraba vestir con pantalones, hacer desastres y pelear mayormente con JungKook. Su aspecto físico era muy parecido al mayor de los hermanos, cabello negro, labios abultados y sus ojos de distintos colores: uno rojo como JiMin y otro azul como YoonGi.

SuJin era de Suga, su nombre esta vez era en honor de SeokJin y era un niño que al igual que su hermana tenía gustos distintos a su género, amaba los vestidos y se la pasaba en el laboratorio de HoSeok. Su aspecto físico era como ver a JiMin pequeño, todo tierno, con cabellos castaños, piel pálida como el menor de los Min, labios finos, mejillas regordetas y sus ojos también de distintos colores: uno gris como Suga y otro rojo como JiMin.

—Noooooo, Papi, no les digas.— rogó GiEun, haciéndole ojitos a su papá.

—Porfaaavooooor~.— canturreo SuJin en segunda.

JiMin suspiro, los miro a ambos y asintió, eran unos demonios, pero unos muy tiernos y manipuladores que conseguían todo lo que querían. Nadie podía culparlo, sus hijos eran hermosos y apenas podía controlarlos con las habilidades tan desarrolladas que tenían para sus edades.

—Pero deben ir a limpiarse o no habrá postre.— sentenció, cruzándose de brazos.

SuJin y EunGi pucherearon porque no les agrada bañarse, asintieron a los segundos y salieron corriendo con su velocidad hacia la puerta del castillo para darse una ducha y cambiarse.

—¡Papá! — grito JungKook cuando vio a JiMin entrar detrás de los pequeños.

—¿Está todo bien, hijo?

JungKook asintió —Sí, pero te estaba buscando, todos estamos esperándolos en el comedor.— dijo, burlándose al ver como el mayor enrojecía, totalmente avergonzado de haberlo olvidado.

JiMin empezó a caminar rumbo a dicho sitio, aunque no sin antes tomar al contrario de los hombros y pararse de puntitas para dejarle un beso en la frente. No importaba que JungKook fuese mayor o de Hilda y Agust, también era su hijo y lo amaba demasiado.

Una vez que entró al comedor y las miradas de HoSeok junto a las de los hermanos Min se centraron en él y en JungKook que lo acompañaba, completamente sonriente. Trago saliva al notar que YoonGi, Suga y Agust tenían los ojos rojos, no estaban enojados, era más que nada porque en la noche habría luna roja y estaba afectándolos desde ya.

—Lo siento, los niños estaban jugando y los envié a cambiarse.— informó, tomando asiento bajo la expectante mirada de sus parejas.

Para los pocos minutos, GiEun y SuJin aparecieron, los pequeños remolinos se sentaron a la mesa también y finalmente todos pudieron comer. Estuvieron platicando sobre los neonatos, ya que muchos habían decidido formar sus propias familias después de tanto tiempo. Ahora, finalmente, podían, puesto que había tranquilidad absoluta para los vampiros. No había reglas acerca de sus relaciones, podían unirse tanto a humanos como a sus iguales, solo debían asegurarse de informar lo que eran antes a sus parejas.

𝕰𝖙𝖊𝖗𝖓𝖆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora