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—Si me conoce o no me da igual, hay que llevarlo al Vaticano y quemar el árbol.— señaló JungKook con desprecio.

JiMin al escucharlo se posicionó delante del árbol y el lago, no estaba seguro de que pasaría si le hacían algo, pero en su interior sabía que nada bueno traería. Debía ser algo sagrado y sumamente importante para los hermanos Min dado que lo tenían oculto y pocos sabían dónde se encontraba.

—Te ves lindo intentado evitar lo inevitable.— siseo NamJoon dirigiéndose a él y tomándole por el cuello de su camisa para alzarlo y quitarlo por la fuerza —Aunque te verías mejor desangrándote y sufriendo como ese asqueroso neonato.— agregó en un susurro, acercándose a su oído.

JiMin forcejeó contra el moreno, intentó no ser alejado de su lugar, quería proteger lo que YoonGi, Agust y Suga amaban, pero solo era un humano y los cazadores no. Intentaba hablar, de verdad que estaba esforzándose para hacerlo, quería gritar, más nada salía de su boca, las palabras estaban atoradas en su garganta provocándole un enorme nudo. Tenía miedo y ese aterrador sentimiento se centraba en la presencia de NamJoon ¿Por qué?

JungKook no le tomó importancia a los actos de su superior, lo que hiciera con la puta de su padre y tíos no era su objetivo. Le habían encomendado deshacerse del árbol para evitar la creación de nuevos neonatos y estaba gustoso de hacerlo. Desde pequeño le fue enseñado cuál era su propósito, era un demonio, pero Dios le había dado una segunda oportunidad para enmendar los errores de sus pecadores padres. Aunque en realidad no culpaba a su mamá, ella solo era un alma pura e inocente que el asqueroso de su padre había ensuciado y además le había abandonado.

JungKook odiaba a los Min más que a nada en su mísera existencia por qué desde que nació solo había escuchado lo malos que eran, las atrocidades que hicieron. Las personas de la iglesia que lo "cuidaron " le hicieron creer que había sido abandonado y que ellos le habían salvado, todo con el fin de utilizarlo como un arma. Los religiosos pensaban que no había nada más fuerte que un vampiro y por eso solo por medio de uno terminarían con su raza. No había mejor manera de exterminarlos que mintiendo, llenando de rencor, cediéndole bendiciones y conocimiento a un incrédulo pura sangre desde la infancia.

En pocas palabras querían que se mataran entre ellos.

JungKook podría con los tres fácilmente por qué además de ser su igual tenía la habilidad de absorber los poderes demoníacos a través de sus tatuajes en el brazo derecho. Cada símbolo se tornaba de un dorado intenso que lograba exorcizar y devorar la fuerza de todas las clases de vampiros que tocará. El poder que tenía había sido gracias a todos los años que práctico, el intenso entrenamiento religioso que le habían dado, las incontables torturas y pruebas científicas que le practicaban "por su bien". Aunque todas y cada una de ellas no eran más que maneras bizarras para obtener conocimiento sobre su raza y transcribirla a lo largo de los años, dándole una ventaja a la iglesia.

El pequeño Min nunca vio absolutamente nada malo en lo que hacían con él, ni siquiera cuando lo lastimaban para comprobar su regeneración o las múltiples veces que lo intentaron asesinar para comprobar su inmortalidad. Era solo un niño de seis años cuando todas esas pruebas comenzaron, no tenía a sus padres ni a ninguno igual que él para sentirse acompañaba, no fue hasta hace quince años que eso cambió. Su única persona cercana era Kim, a quien conoció cuando este solo tenía diez años y era apenas un monaguillo. NamJoon con el paso de los años se dio cuenta que el chico que la iglesia ocultaba no envejecía, que era distinto y cuando logró formar parte de los cazadores se interesó en toda su historia.

Cuando le ofrecieron hacerse cargo de las reencarnaciones de Hilda, la madre de su amigo, no dudó en aceptar por qué pretendía ayudarlo y descubrir mucho más. Pero había algo que Kim tenía como defecto y era el hambre voraz por descubrir, conocer y experimentar. Quizás por eso a pesar de sus creencias terminó enamorado de JiMin, de su extraña existencia y el poder que había en su interior. Era sorprendente cómo podía haber dos almas en un cuerpo, como alguien podía ser dos personas en una. NamJoon se interesó tanto en JiMin que llegó a un punto en el que olvidó su principal tarea y se centró en saber cómo había ocurrido.

En el momento que descubrió que SungRyung, la madre de JiMin, era la causante de tal suceso intento hablar con ella, un acto estúpido y muy descuidado de su parte. Debido a eso la bruja comenzó a sospechar de él y bueno junto a eso la aparición de los hermanos Min, quienes al sentir a su Eternâ fueron por sus huesos y simplemente todo ocurrió como debía. NamJoon estuvo a punto de morir, los cazadores que cuidaban sus espaldas dieron la noticia al Vaticano rápidamente y aún con su vida pendiendo de un hilo... JungKook hizo algo inesperado por salvarlo, le dio su sangre y lo convirtió en un neonato a medias.

No sucedió como con los neonatos de los hermanos Min dado que él no tenía un árbol como ellos, pero aun así había conseguido darle tiempo a su único amigo. La iglesia no lo vio en absoluto mal por qué eso significaba que tendrían más poder y ventaja para el ataque sorpresa que tenían planeado para los Min. Es por eso que JungKook en vez de quemar al instante el árbol primero se adentró al lago importándole poco ensuciarse o no, tomo una de las manzanas que colgaban y regreso a NamJoon, quien continuaba molestando a JiMin, susurrándole cómo había matado a SeokJin y TaeHyung con sumo detalle.

—Debes comerla, recuérdalo.— dijo JungKook tendiéndole el fruto.

JiMin al escucharlo reaccionó, sus pequeños ojos avellanos estaban rojos, llenos de lágrimas y pánico. Haber escuchado a NamJoon burlándose del dolor de la pareja que ahora descansaba en paz, o que por lo menos eso quería creer él, le había causado más miedo del que ya tenía.

—Lo sé, gracias, Jk.— respondió el moreno, tomándola y mordiéndola rápidamente.

JungKook se alejó para tomar una de las antorchas que adornaban la pared, se detuvo frente al lago y miró la sangre sintiendo sus colmillos picar. Estaba en sus instintos sentir esa necesidad básica, desear alimentarse y saciarse, pero tras tantos maltratos y traumas lo que menos hacía era aceptarlo, se sentía sucio por necesitar algo así.

NamJoon mientras tanto comenzó su transformación completa a un neonato, su morena piel se tornó ligeramente pálida y sus colmillos crecieron un poco más. Las manos que sostenían el delicado cuerpo del peli rosa lo apretaron más, al punto de sacarle un jadeo de dolor por lo bruto que estaba siendo con él.

—S-su...eltame.— balbuceo JiMin finalmente pudiendo decir algo, más que nada incitado por el temor de ser asesinado.

Lo siguiente que sucedió detuvo las acciones de JungKook y NamJoon y es que YoonGi, Agust y Suga habían aparecido finalmente.

—Te ha dicho que lo sueltes.— demandó Suga, haciendo el amague de ir por JiMin.

YoonGi detuvo al peli azul al notar que NamJoon giraba el cuerpo de su pareja y colocaba sus horrendos colmillos contra su cuello, justamente en la yugular. El cazador sabía que JiMin era el punto débil de los Min y que continuaba siendo un humano así que podría manejarlos a su antojo si lo usaba de rehén contra ellos. Sin embargo, Agust muy a diferencia de ellos noto primero a JungKook, no porque le interesará menos JiMin si no porque había un lazo distinto uniéndolo a su hijo, uno que no era consciente que tenía hasta ese momento.

—¿J-JungKook...?

—Al fin nos encontramos... padre.

 padre

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¿Cómo los tiene este reencuentro? :3

𝕰𝖙𝖊𝖗𝖓𝖆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora