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Los pinos crujían, las hojas se movían tras el paso de las tres figuras veloces que se balanceaban por las ramas con velocidad paranormal. Los hermanos Min se dirigían hacia la reserva natural de Prapastiile Zarnestiului, un bosque apartado de todos los pueblos.

YoonGi había logrado ponerse en contacto con un viejo amigo, el mago blanco o también conocido como HoSeok, quien no dudó en ayudarles ante su momento de necesidad. Gracias a sus dones habían sido capaces de conocer el paradero de JiMin y no fue necesario pensarlo dos veces antes para dirigirse a rescatarlo sin importar los riesgos.

SeokJin había quedado a cargo del castillo mientras ellos no se encontraban, todos los neonatos tenían órdenes explícitas de quedarse allí por si el Vaticano aparecía de manera inesperada. A ninguno de los tres hermanos les agrado la idea de abandonar a su familia, pero se habían quedado sin opciones cuando encontraron los indicios necesarios para confirmar que JiMin fue llevado por la fuerza y no escapó por su propia cuenta.

Suga estaba echando fuego por los ojos cuando se percató de las marcas de uñas que habían quedado en el marco de la puerta de la habitación principal. Era bastante claro que JiMin había puesto resistencia, aun cuando fue su propia madre, SungRyung, quien lo había secuestrado. Cosa que estaba clara desde el momento en que su ausencia se hizo notable tanto en la reunión como en el comedor, los había engañado para llevarse a su pareja.

Agust a pesar de ser el menos interesado en JiMin, según él porque en realidad estaba demasiado interesado, y era el más preocupado. Desde el momento en que su hermano menor había desarrollado el primer latido en su núcleo todo estaba bastante claro y no podía permitir que nada malo le ocurriese a su eternâ.

JiMin era a quien habían esperado todo este tiempo.

Las respuestas y la solución a sus problemas las debía tener él, probablemente no solo en su sangre sino que también en su corazón. Tal vez sin querer SungRyung había hecho más que solo implantarle el alma de su amada Hilda.

¿Realmente Park JiMin era la reencarnación? Había demasiadas dudas en el aire al respecto, no tenían a quien preguntarle y todo parecía estar tomando un rumbo bastante distinto a lo esperado inicialmente. Ni siquiera YoonGi conocía a la perfección todo lo que estaba ocurriendo y se sentía culpable, se reprochaba mentalmente por haber arrastrado a sus hermanos quinientos años atrás para convertirse en lo que ahora son. Sin embargo, no podían dar marcha atrás, no existía el hubiese y prácticamente estaban destinados a continuar hasta el último día de sus vidas.

Después de casi media hora de viaje sin descanso y utilizando su habilidad de velocidad habían llegado al centro del bosque, donde solo se divisaba una vieja cabaña algo destartalada.

—Debe ser allí.— apuntó Suga, adelantándose desesperadamente sin esperar respuesta alguna de sus hermanos.

YoonGi chasqueó la lengua al ver sus acciones y con una seña silenciosa le pidió a Agust que lo siguieran. En lo personal hubiese preferido realizar un plan antes de entrar en territorio enemigo, pero en este momento el tiempo era algo de vital importancia.

Al encontrarse cerca de la cabaña, Suga pasó cierto perímetro y al dar un paso más un campo extraño lo hizo rebotar, su cuerpo salió volando unos tres metros tras el impacto.

—¿Qué demonios fue eso?— preguntó Agust llegando y ayudándolo a levantarse.

Al final, YoonGi llegó junto a ellos y no dudó en acercarse al campo invisible para tocarlo en apenas una caricia, lo que provocó que recibiera una ligera descarga eléctrica. De esa manera se dio cuenta de que había una capa protectora alrededor del terreno, protegiendo la cabaña para que nadie irrumpiera.

𝕰𝖙𝖊𝖗𝖓𝖆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora