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—HoSeok está en camino.— informó Agust llegando al gran salón, donde sus hermanos esperaban por noticias.

—El fuego del bosque se está extendiendo demasiado rápido.— señaló Suga con una mueca en el rostro, mirando las llamas y el humo por una de las ventanas.

—No te preocupes le ordene a un grupo de neonatos que vayan a apagarlo antes de que se fueran al refugio.— aclaro YoonGi logrando que su hermano menor se tranquilizara —En cuanto a HoSeok, esperaremos, pero debemos hacerles frente a los pueblerinos, están en la puerta principal intentando entrar.

Agust asintió a sus palabras de acuerdo con él y Suga también, aunque no muy seguro de que debieran hacerlo, temía que esto se descontrolara y terminaran lastimando a alguien. Eran vampiros, pero aun así comprendían lo que era tenerle miedo a algo desconocido o que era considerado aberrante, ellos también fueron humanos después de todo.

—¿Dónde está JiMin?— preguntó Agust al notar que su eternâ no se encontraba por ningún lado.

—Resguardado en el árbol de la vida.

—No deberíamos estar separados.

—Es por su bien, Agust, JiMin estaba teniendo pánico por el fuego y creía que convencería a los pueblerinos de no hacernos daño... No podemos exponerlo de esta manera a los peligros ni a sus miedos— insistió YoonGi interrumpiendo a sus hermanos.

Suga asintió —Además, SeokJin no debería tardar en regresar si ha escuchado sobre el levantamiento y Minnie dijo que traería a su pareja, ellos estarán con él.

—Está bien, vayamos a hablar con los pueblerinos en lo que HoSeok llega.

—Entonces recuerden... Nada de usar violencia.

—No lastimamos humanos.

Agust los interrumpió —A menos que se lo busquen.

El sonido de gotas cayendo y múltiples pisadas resonaban en forma de eco, eran dos pares e iban acercándose de poco en poco, no parecían tener prisa

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El sonido de gotas cayendo y múltiples pisadas resonaban en forma de eco, eran dos pares e iban acercándose de poco en poco, no parecían tener prisa. JiMin al escucharlas sonrió, debían ser SeokJin y TaeHyung, rápidamente tomó una de las antorchas más cercanas para dirigirse hacia el túnel y recibirlos.

Primer error.

La escasa luz que emitían las llamas apenas permitía distinguir unos tres o cuatro pasos de distancia, JiMin forzaba la mirada para ver más haya, pero la oscuridad del pasadizo era demasiado intensa.

—¿SeokJin?— dudo siendo consciente de que las pisadas se volvían cada vez más cercanas.

Segundo error.

JiMin no recibió respuesta, más que una risita burlona ronca que logró identificar, pero ¿De quién? Y ¿Por qué le sonaba tan familiar? Si no podía recordar de quién se trataba.

Las sombras de las dos personas apenas se hicieron visibles, estaban observándolo a una corta distancia mientras que no podía distinguirlas correctamente, ya que la iluminación no alcanzaba a darles por completo.

Lo siguiente que sucedió fue lo peor que JiMin pudo haber vivido, un objeto que parecía tener forma circular rodó por el piso hasta llegar a él. No era quien se imaginó y lo que yacía a sus pies se lo confirmaba, el miedo y la ira se apoderaron de su ser.

—¡No!— gritó colérico agachándose y tomando entre sus manos la cabeza cercenada de SeokJin, no podía creerlo, era imposible que lo hayan asesinado.

—Es un regalo para ti, JiMin.— dijo burlonamente uno de los hombres a la vez que bajaba su capucha y avanzaba dos pasos para dejarse ver.

JiMin reconoció la piel morena, el cabello blanco y esos ojos oscuros, sintió una punzada horrenda en su cabeza. Llevó una mano hacia el área para sostenerla y tuvo unos cuantos flashes, donde esos brazos lo rodeaban y él alguna vez los consideró su refugio. El dolor no era exactamente lo que le estaba aturdiendo si no el pánico que le provocaba esa persona, no lo recordaba todo, pero su cuerpo si y estaba actuando por inercia, retrocediendo con piernas temblorosas, aún con la cabeza de su amigo en brazos y aferrándose a lo inevitable.

—¿No me extrañaste?— interrogó NamJoon con una sonrisa cínica en su rostro, avanzando sin importar que el peli rosa se distanciaba con cada uno de sus pasos.

—Deja de jugar, Nam, aprovechemos que lo encontramos a la primera y sin estorbos.— siseo el otro hombre sosteniéndole el hombro y deteniéndolo.

—Vamos, JungKook, este es nuestro reencuentro, no estorbes.

JiMin al escuchar ese último nombre dejó de respirar, sus ojos se abrieron sobremanera y sintió la poca fuerza de su cuerpo desvanecerse. Era imposible, JungKook... ¿Era siquiera el mismo JungKook que él conocía?

—Ves.— señaló NamJoon al sorprendido peli rosa, que ahora se encontraba más pálido de lo normal —Lo asustas más tú que yo, deja que te mire, ya sabe tu nombre y es de mala educación no dar la cara ¿Qué acaso las monjas que te criaron no te enseñaron lo que son los modales? — le reprocho el mayor haciendo el amague de tomar la capucha que le cubría para quitársela.

JungKook le detuvo la mano apretándole la muñeca a tiempo, los tatuajes en su brazo se iluminaron en un dorado intenso y gruñó disgustado al notar que sus dones detectaban el lado vampiro de NamJoon. Él mismo de mala gana con su otra mano libre se deshizo del gorro, odiaba tener que seguir las órdenes, pero el sumo sacerdote le había indicado que debía hacerlo y en nombre de Dios lo haría, obedecería.

Hasta ese momento JiMin, recién se percata de los colgantes religiosos que llevan, antes no lo había notado por que la capucha que llevaban en parte los ocultaba de ser vistos a la primera y ahora que ve mejor sus ropas distingue que se trata de sotanas.

El vaticano.

—J-Jung...JungKook.— balbuceo JiMin al mirarle el rostro.

Y ese fue su tercer error.

El cabello rubio, aunque más oscuro que el de Agust, ojos verdes y muy parecidos a los de su padre, labios finos y piel pálida, eran casi las mismas facciones de los Min. No había duda alguna, ese chico delante de él era Min JungKook, el pequeño que había visto en el bosque de sus sueños y a quien Hilda intentaba proteger.

¿Por qué estaba ahí? ¿No estaba muerto? ¿Cómo...?

—Cállate, demonio.— siseo JungKook con desdén empuñando sus manos.

JiMin se retrajo en su lugar totalmente paniqueado por los ojos rojos que lo miraban de manera intensa, ojos de vampiro, que bien ya había visto en sus parejas, pero no de esta manera, no con ese destello de odio y asco puro.

—Parece conocerte.— comentó interesado y curioso NamJoon —Aun cuando en realidad no lo hace y a mí que fui su novio durante casi dos años no parece recordarme.

Para este punto todo parece empezar a cobrar sentido en la cabeza de JiMin, todo estaba unido por los hilos del destino y estos eran tan delicados que hasta el menor movimiento podría cortarlos para siempre.

La vida es efímera y la muerte una noche eterna.

La vida es efímera y la muerte una noche eterna

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𝕰𝖙𝖊𝖗𝖓𝖆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora