Capítulo XXVI

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Durante todo el camino al lugar de Lily, Peter solo divagaba en las cosas que Elijah le había contado, no le cabía dudad de que algo no andaba bien con la castaña, él la conocía a la perfección y si había algo que la caracterizaba esa tan conocida «hospitalidad sureña» y eso era algo que nunca cambiaría en su personalidad, por esa razón, el hecho de que ella haya echado a su amigo prácticamente a patadas de su casa, era algo extraño.

En cuanto llegó al dúplex de Lily, las luces del auto de Elijah le dieron la bienvenida.

—Pensaba que no vendrías —dijo el joven escritor a un preocupado Peter que tocó la ventanilla de su auto.

—¿Cómo no iba a hacerlo si se trataba de Gabby? —replicó el muchacho encogiéndose de hombros como si lo que había dicho fuera algo común y corriente— ¿por qué estás aquí? Ella me contó alguna vez que tú tenías llave de su casa, ¿por qué no has entrado a ver cómo está?

—No lo sé -dijo el ojiazul con la mirada baja—. Supuse que, si Gabs me echó era porque no quería que interrumpiera su privacidad o lo que sea.

El castaño tuvo que reprimir sus ganas de darle una colleja al muchacho, ¿siempre tuvo la oportunidad en su mano de descubrir lo que le sucedía a la muchacha sin necesidad de llamarle y, por ende, de interrumpir su conversación de Hillary, y había decidido no hacerlo? Definitivamente, era un tonto, un gran amigo, eso no se podía negar, pero era un gran tonto también.

—Bueno, ya que —dijo Peter con resignación—, vamos a ver que le sucede a la misteriosa señorita Allen.

Corrieron rumbo al dúplex de la castaña y la abrieron. Todas las luces del lugar estaban apagadas así que lo primero que hicieron fue encenderlas, y al hacerlo se toparon con algo preocupante: un charco de agua proveniente del baño estaba regado en el piso, y el agua estaba manchada de sangre.

Corrieron a toda prisa hacia el lugar de donde provenía ese desastre y se encontraron con una Lily, apenas respirando y con profundos cortes en sus muñecas; la chica había atentado contra su vida.

En ese instante el mundo se detuvo, todo comenzó a transcurrir en cámara lenta: Peter corrió para sacar a la muchacha de la bañera, la cubrió con su chaqueta para ocultar el cuerpo desnudo de la joven de la mirada incrédula de un Elijah en estado casi catatónico, que no podía entender qué le había ocurrido a Gabby, una chica que de hecho se caracterizaba por tener una personalidad burbujeante y alegre la mayor parte del tiempo, al menos cuando él estaba a su alrededor.

—¡¿Qué haces ahí parado?! —rugió Peter, enajenado de dolor— ¡¡llama a urgencias!

Elijah asintió con nerviosismo y se dirigió a la sala para poder llamar al número de emergencia, consciente como estaba que Wallace necesitaba estar a solas con la chica.

Mientras eso ocurría, Peter comenzó a llorar, abrazado al cuerpo de la chica, sintiéndose miserable y hasta culpable por la situación en la que ésta se encontraba, su mente le decía que, el origen de ese acto por parte de la castaña había sido la conversación telefónica que habían mantenido antes de que Hillary llegará a su casa, cuando le gritó que necesitaba madurar, ¡menuda estupidez! Lily siempre había sido una mujer fuerte, prefería que Joshua le diera una paliza antes de permitirle que abusara de ella y violentara su honor, ¿Qué importaba si ahora se estuviese permitiendo comportarse como una adolescente inmadura?, ¿qué importaba aquello cuando ella había tenido que pasar por situaciones como el abuso de Joshua, el asesinato de sus abuelos y de su madre a manos de ese hombre maldito a una edad en la cual muchas jovencitas solo se preocupan por la ropa que quieren ponerse para la fiesta del fin de semana?

—No me dejes, mi amor, no me dejes —sollozó, abrazando a la chica y pegando sus labios a sus mejillas— no me dejes solo, nena, te lo suplico.

Te encontraré (Vida en Línea #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora