Capítulo XLVII

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—No sé qué le ve —balbuceó la mujer a su acompañante—. O sea, ¡mírala! Comparada conmigo, no significa gran cosa.

—Habla por ti, cariño —susurró el hombre besando el cuello de la joven—. Habla por ti.

—Claro, se me olvidaba... tu también te mueres por ella.

—Así es, y por eso te estoy pidiendo que hagas algo. Ni tú ni yo queremos que ese par tenga un final feliz, ¿o sí?

La mujer bajó la mirada. Bien sabía que los planes que tenía quien estaba a su lado para con el chico que ella amaba más que a su vida incluía que este último falleciera, y aunque ella había aceptado ayudarle, esperaba lograr convencerlo de no asesinarle.

—Puedo tratar de evitar que se casen, si te sirve. Estoy segura que ella correrá a tus brazos una vez se entere que él la engañó.

—Lo que dices suena interesante...

—Lo único que te pondré como condición para cumplir mi parte es que no lo mates ni le hagas daño...

El sujeto comenzó a reír con sorna.

—¿Y de verdad crees que lo dejaré con vida? No seas tonta, mujer. Ella está perdidamente enamorada de él, ¡estoy seguro que en cuanto sienta nostalgia de tenerle entre las piernas, va a ir corriendo a buscarle!

—¡Entonces olvídate de mi ayuda! —exclamó la mujer levantándose de la cama, llena de furia—. Te deseo buena suerte para separarles sin mi colaboración...

—¡Esta bien, gatita, está bien! —dijo el hombre, sujetándole el brazo, hablando con aire seductor—. Le dejaré con vida para que lo disfrutes, ¿te parece? —preguntó mientras comenzaba a besarla en los labios con lujuria.

—Entonces, te ayudaré —contestó la mujer mientras comenzaba a quitarse la ropa.

El hombre sonrió mientras observaba con lascivia a esa mujer que se estaba desnudando frente a él, burlándose en su interior porque no podía concebir como ella podía ser tan ilusa, ¿dejar a ese tipo con vida? ¡Jamás!

˜*˜

Peter se sentía ansioso. Estaba tan distraído que ni siquiera puso cuidado cuando sus alumnos estaban practicando con el balón de fútbol y se atravesó en medio de la cancha, ganándose un buen golpe en el estomago que le sacó el aire.

—Lo... lo siento —exclamó la alumna que le había golpeado—. No vaya a decirle a la directora, se lo ruego. Mis padres me advirtieron que si llegaban a llamarle de nuevo de la dirección, me iban a sacar de aquí y obligarme a trabajar...

—Tranquila, Marina —susurró el castaño cuando se había recuperado—. No fue tu culpa, yo estaba distraído y no me fijé que estaba ubicado en un mal lugar.

La muchacha asintió y corrió para reunirse con sus amigas.

—De acuerdo, pueden retirarse —dijo Peter dirigiéndose a todos sus alumnos—. Les dejo el resto de la hora libre, con permiso.

Ni siquiera se quedó a escuchar lo que decían sus alumnos, solo salió del gimnasio y caminó hasta detenerse frente al salón de los profesores. Esperaría que Hillary fuera hacia ese lugar a tomar su desayuno como todos los días para decirle que no se reuniría con su padre en el mediodía como habían quedado y se iría a su casa temprano. Al llegar a la escuela le avisó a la directora que probablemente se iría antes pues su esposa no se estaba sintiendo muy bien así que, luego de hablar con su ex novia, no tendría nada más que hacer en ese lugar.

Se sentó en el lugar que usualmente compartía con la rubia para esperarle y un par de minutos después, su teléfono comenzó a sonar. Preocupado, lo extrajo y atendió la llamada, pensando que era su prometida.

Te encontraré (Vida en Línea #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora