Despierto.
¡Al fin tengo diecisiete! Tan solo me falta un año para ser mayor de edad, y, con eso, estar más cerca de mi ansiado ticket hacia la libertad.
El día está helado, pero no me quejo, ha estado así desde hace una semana. Desventajas de nacer en invierno, supongo.
Salto de la cama y me dirijo al baño. Sé que lo usual sería que mi mamá fuera quien se despertara primero, preparara un pastel y me viniera a despertar cantándome el cumpleaños, pero eso no será así, nunca lo ha sido, así que de eso tampoco me quejo. Ventajas de haber vivido casi toda mi infancia en una casa rodante y con pocos recursos económicos, supongo.
Luego de que salgo de la ducha, me coloco un pantalón ancho en conjunto con un suéter que era de mi padre y que yo misma cosí para poder adaptarlo a mi talla. Ese atuendo ha sido mi look usual todos los días de mi cumpleaños desde que cumplí los trece, no sé, supongo que se deba a que usando algo de mí padre creo que él está a mi lado. Supongo también que quiero creer que esta ropa me sirve de escudo contra mi peor pesadilla.
Me dirijo a la cocina y lo encuentro allí, de pie al lado de la nevera, tomando jugo directamente del envase. Odio eso, es decir, hay vasos, amigo, ¿Por qué demonios tienes que ser tan maleducado y tomar la bebida directo de la caja? Lo apunto en mi memoria: no me casaré con un hombre que beba jugo o cualquier otra cosa directo del envase... así como nunca dejaré que un hombre intente abusar de mi hija, pero eso ya es otra cosa.
Tomo aire y entro en el recinto, camino hacia la nevera y tomo leche, huevos, vainilla, harina y azúcar. Voy a tratar de hornear unos cupcakes de cumpleaños siguiendo una receta que vi anoche en Facebook.
—Buenos días, Lily —dice Joshua mientras me toma del codo, desbalanceándome y haciendo que uno de los huevos se me caiga y se estrelle en el piso—. Creo que Laura te enseñó a dar los buenos días, ¿o me equivoco?
—Sí, lo hizo, pero también me enseñó a ser educada solo con la gente que se merezca mi respeto —escupo, sintiendo la bilis subir por mi garganta.
—Vaya, estás contestona, hoy... me gusta eso —dice mientras se apega a mí y olfatea mi cuello—. No sabes cómo me gustaría castigarte por ese comportamiento —susurra en mi oído, mordisqueándolo.
Me separo de él con rapidez, coloco los ingredientes de los cupcakes en la encimera, tomo un cuchillo y me giro para enfrentarle.
—Más te vale que no vuelvas a acercarte a mí de nuevo, Joshua Smith —siseo mientras lo apunto con el cuchillo.
—Y si lo hago, ¿qué? —suelta él, con burla tiñendo su voz— ¿vas a matarme con ese cuchillo?
Mi barbilla tiembla, estoy asustada, frustrada y muy, muy enojada. No entiendo en qué momento le di el poder a este sujeto de atormentarme de la forma en que lo hace, pero lo hace. El recuerdo de la tarde de la tormenta, el primer día en que demostró sus malsanas intenciones conmigo me invaden y me llenan de nauseas. Solo recordar cómo se masturbaba frente a mí me provoca ganas de vomitar.
Se acerca a mí, me quita el cuchillo de la mano y me fuerza para que lo bese, acción que evito pisándolo para luego abofetearlo. Sonrío con satisfacción al verlo como se toma la cara y como su mejilla se enrojece, pero esa alegría me dura poco, él se encarga de borrarme la sonrisa dándome un fuerte puñetazo en la esquina del ojo que hace que caiga sentada mientras veo estrellas a mi alrededor.
—¿Qué está pasando acá? —la voz de mi madre me saca de mi aturdimiento y me pongo de pie.
—La encontré hablando cochinadas por teléfono con un tipo, la enfrenté y me abofeteó —dice Joshua mientras se para detrás de ella—. Esta chica se ha vuelto un problema, Laura, ¡hasta me apuntó con un cuchillo!
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Te encontraré (Vida en Línea #2)
Ficção GeralLily Albright había decidido cambiar su vida para proteger la de Peter Wallace... y vaya que había cambiado; de ser la chica solitaria de Omaha paso a ser una ciudadana mas de Nueva York, trabaja en una editorial y esta a tan solo un paso de cumplir...