Capítulo VII

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La muchacha despertó sintiendo como sus labios besaban una y otra vez la suave y cálida textura del cuello de Brandon y, eso por supuesto le hizo abrir los ojos, exaltada «¿¡Qué demonios estás haciendo Lily Albright!?», se regañó mentalmente.

—Hola —musitó con timidez.

—Hola, mi vida —contestó el muchacho con una sonrisa dibujada en su rostro.

—Uhm... sobre lo de recién...

—Descuida, princesa, ya estoy acostumbrado.

«Espera... ¿Qué?»

—¿Qué quieres decir? —Preguntó la chica con cautela, algo le decía que no le iba a gustar la respuesta.

—Lo vienes haciendo desde que dormimos juntos, Gabby —respondió el chico con total tranquilidad, como si estuvieran hablando del clima y la vegetación— ¿no te habías dado cuenta?

Era definitivo, la chica quería que la tierra se abriera en dos y se la tragara por completo, de hecho, que la masticara hasta que no quedase nada de ella.

—Lo... lo siento —tartamudeó, apenada.

—Y yo siento que siempre te detengas —dijo el chico con una risita y atrayendo a la mujer que ahora podía llamar su novia para que quedase frente a él— ¿Cómo estás?

—Bien —sonrió la chica— ¿y tú?

—Estoy caminando sobre el aire, Lily.

La chica sonrió lentamente y se quedo perdida en los ojos de su —recién estrenado— novio, perdida en sus brillantes ojos grises.

«¿Qué? ¿El amor la había vuelto daltónica?»

—¿Qué está mal? —Preguntó el muchacho, casi viendo como los engranajes del cerebro de la chica se movían con rapidez.

—Tus ojos —comenzó ella, dubitativa—. Son grises...

El chico hizo una mueca, comprendiendo de lo que hablaba su compañera. Se dio vuelta y tomo algo de la mesita de noche de la chica y se lo colocó dentro de sus pupilas, eran lentes de contacto.

—Ahora si —dijo dándose vuelta, enfocando sus ojos —ahora café— en los de su novia.

—¿Por qué lo haces? —Cuestionó la chica de ojos miel— ¿Por qué usas lentes de contacto?

—Creo que es justo que te lo diga, ya yo sé todo de ti y tu casi no me conoces —comenzó el muchacho, mirando a su novia a los ojos.—-Como bien sabes yo soy de Londres... no puedo ocultar mi acento —sonrió, con tristeza— y pues, mi vida era la mejor, lo digo en serio, mis padres son las personas más amorosas del mundo y mi hermano... él era el mejor...

»Mi hermano Darren era un luchador, Lily. El y yo éramos gemelos idénticos, lo único que nos diferenciaba era nuestro color de ojos... y nuestra salud —dijo, sin poder evitar que pequeñas lágrimas corrieran por sus mejillas.

—¿Qué ocurrió? —Interrogó la castaña con cautela, no queriendo aparentar ser metiche.

—Siempre tan directa —Brandon le dedicó una sonrisa triste y le acarició la mejilla—. Bien, un día estábamos jugando videojuegos y era su turno de jugar cuando vi que no hizo su movimiento, lo golpee ligeramente en el hombro, creyendo que se había quedado dormido y que me golpearía de vuelta por haberle despertado, pero, en su lugar, la respuesta que obtuve de él fue que dejase caer el control del juego, me di vuelta para verle... y todo comenzó a ir como en cámara lenta.

»La piel de Darren estaba pálida, sus ojos abiertos... vacios... grité como poseso, haciendo que mi madre se asustara y dejara caer un plato, corrió hacia la sala y, al ver la escena, no dudo un segundo en tomar a mi hermano en brazos y salir corriendo al hospital. En cuanto llegamos, grité, pidiendo ayuda y en cuestión de segundos ya se estaban llevando a mi hermano. Mi hermano sufría del corazón, Lily. Nació enfermo de eso y... en resumen... ese fue su último día a mi lado.

Te encontraré (Vida en Línea #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora