Capítulo IX

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Los días fueron pasando rápidamente, al mismo ritmo en que la relación de Brandon y Lily se desmoronaba. La chica detestaba esa situación pues le hacía recordar lo inestable que era por momentos su relación con Peter, lo que provocaba que se cuestionara si la causante de todos esos problemas era ella.

En la mañana del último día del año, Lily se encontraba sentada en el balcón de la casa, fumando un cigarrillo mientras veía el despertar del sol surcando el cielo.

—¿Cómo que es muy temprano para que estés fumando, no crees? —Jill se había despertado temprano y, al ver a la castaña sentada en ese lugar, se acercó a hablar con ella—. Hola, extraña.

—Hola, Jill —la castaña le dedicó una sonrisa a su amiga—. ¿Cómo estás?

—Bien, creo —repuso la rubia— ¿y tú? No quiero ser metiche pero me he dado cuenta que tu relación con Brandon no está del todo bien, ¿quieres hablar de eso?

—Volví a ver a Peter —respondió la chica, mirándola directo a los ojos—. Peter, tu hermano, está aquí, es el inquilino de Elijah de hecho, y si, está aquí en esta ciudad.

La muchacha dio un leve asentimiento, eso explicaba todo.

—¿Qué vas a hacer ahora, Lily? Es evidente que aún amas a mi hermano.

—No lo sé, Jill, estoy muy confundida —la muchacha sintió como un nudo se formaba en su garganta—. Y sobre eso de que aun amo a tu hermano, lo dudo mucho —la chica centró su vista en el paisaje—. Creo que tanto esperé que nuestro reencuentro se diera a cabo, que, ahora, que de verdad sucedió, siento que no fue lo que esperaba.

—¿Por qué dices eso?

Lily le dio una última calada a su cigarrillo. -Porque ahora Peter está comprometido con otra chica y yo... yo creo que puedo imaginarme un futuro al lado de Brandon.

Ante esa respuesta, Jill se miró las manos, ya no podía seguir guardando silencio.

—Uhm... Lily —comenzó la rubia- ¿podemos ir a dar un paseo?

—¡Claro! —respondió la castaña emocionada, ya estaba harta de estar encerrada en el departamento como si fuese un oso en plena hibernación.

Ambas chicas se introdujeron en la casa y se fueron a cambiar de ropa, media hora después ambas estaban en una cafetería tomando un chocolate caliente, listas para una amena conversación.

—Gabby —la rubia llamó la atención de su amiga, que estaba comiendo unas galletitas de jengibre—. Te pedí que vinieras porque siento que tengo que contarte algo.

—Dime —dijo la castaña mientras se quitaba las migas de la golosina que estaba comiendo de su suéter— ¿pasa algo?

—¿Recuerdas que alguna vez te dije que no podía enamorarme? —preguntó la rubia.

—Si, creo que si...

—Bueno, pues, te mentí sobre eso.

Lily se le quedó mirando a Jill, sin poder entender porqué le había mentido sobre ese asunto.

—Si me he enamorado, Gabby —anunció Jill, con evidente tristeza en su voz—. Me enamoré de alguien que jamás podrá corresponderme.

—No digas eso —le riñó la escritora—. Solo un tonto no podría enamorarse de alguien tan especial como tú.

—No entiendes nada, Gabby —alegó la rubia mientras negaba con la cabeza.

—Pues explícame entonces, para poder entender. —La castaña le tendió la mano a su amiga para darle a entender que la escuchar.

Te encontraré (Vida en Línea #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora