Te encontraré (Vida en Línea #2)

Capítulo LVII

En cuanto llegó a la casa, Peter se dirigió a la cocina y se sirvió un vaso con agua. Ni siquiera se molestó en llamar a su prometida porque estaba convencido de que había ido a su cita con el policía.

—¿Cuándo llegaste? —La voz de una adormilada Lily sacó al muchacho de sus pensamientos.

—Acabo de llegar —contestó Peter aclarándose la garganta—. Pensé que habías salido y por eso no te avisé.

—Ya veo —musitó la chica bajando la mirada.

La pareja se quedó en silencio, uno incomodo y doloroso. Aunque trataran de aparentar, algo se había roto entre ellos e iba a ser complicado que se sanaran esas heridas.

—Hillary me llamó —comenzó la muchacha.

—¿Ah sí? —Peter tragó saliva, comenzando a sentirse nervioso— ¿qué te dijo?

—Nada importante —contestó la aludida, notando el cambio de actitud que había tenido el muchacho—. Me pidió que te dijera que fueras a su casa, que tenía que darte un regalo o algo así...

El muchacho puso los ojos en blanco, ¿de verdad Hillary creía que él iba a caer en ese juego tan tonto?

—Peter... uhm... sé que te dije que no quería saber pero... ¿hasta dónde llegaste con Hillary esa vez, cuando me engañaste con ella? —Al escuchar esa pregunta, Wallace abrió los ojos como platos—. Aunque por tu actitud puedo asumir que fue algo muy serio, no sé, quiero creer que no fue nada del otro mundo...

—Lily —contestó el aludido con los ojos cerrados— ¿qué quieres saber?

—¿Te acostaste con ella?

Peter la miró a los ojos. La muchacha tenía los brazos cruzados delante de sí, aparentando una imagen decidida pero que contrastaba radicalmente con la tristeza que sus ojos miel reflejaban. Aunque ella quisiera hacerle creer que podía soportar la verdad, él sabía que Lily no iba a poder soportarlo.

—No —mintió el muchacho—. No lo hice.

Lily solo bajó la mirada y asintió quedamente, sintiendo como su corazón se terminaba de romper, ¿por qué?, ¿Por qué Peter no podía ser sincero con ella? Si bien era cierto que eso no cambiaría en nada su opinión y la decisión que había tomado tras ver el vídeo que Hillary le había enviado más temprano, al menos hubiera servido como un aliciente para su prometido, como una señal de que las cosas entre ambos podían mejorar en el futuro.

—¿Estás bien, mi amor? —preguntó el joven acercándose a Lily y rodeándola por los hombros en un fuerte abrazo—. Te ves un poco cansada...

—No me he sentido bien —musitó la muchacha, evitando mirar a Peter a la cara—. Creo que solo es que no he dormido lo suficiente en los últimos días...

—O que no te has alimentado como se debe —interrumpió el castaño—. En el hospital no quisiste comer y apenas has probado comida desde que saliste de allá.

—Sí, debe ser eso —contestó la muchacha con una sonrisa fingida—. Tengo ganas de comer pizza, ¿podrías pedirla mientras que yo me voy a recostar un rato?

Peter solo sonrió y le dio un beso en la mejilla a la muchacha como respuesta. La chica se alejó de su prometido y, cuando estuvo en su habitación, se dejó caer en el piso, sintiendo un enorme nudo en su garganta, ¿por qué Peter, la persona en la que ella mas confiaba en la vida, le había engañado con Hillary y ni siquiera tenía el valor de contarle la verdad?

La escritora permaneció en ese lugar por un par de minutos hasta que logró tranquilizarse, secó sus lagrimas con el puño de su sudadera, se recogió el cabello y se puso de pie para hacer lo que había decidido luego de observar el vídeo: sacó del armario su equipaje —el cual aún no había desempacado a pesar de que ya tenía más de un mes viviendo en esa casa—, tomó todos los papeles que debía tener a la mano para cuando tuviera que internarse en el hospital y que Peter tenía guardados en su cajón y se sentó en la cama para esperar la entrada de su prometido a la habitación. Esa misma noche se alejaría para siempre de aquel muchacho a quien le estaba resultando imposible poder ver como el hombre que amaba.