Capítulo LIX

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Una vez que Lily se había ido, Peter comenzó a llorar con desesperación, maldiciéndose por haber sido tan estúpido, ¿cómo pudo caer en la trampa de Hillary? Si bien sabía que la rubia podía llegar a tener en la mayoría de las veces más química sexual con él que su propia novia, eso no significaba nada ante el bienestar emocional que le causaba el simple hecho de pasar toda la noche despierto mientras observaba a Lily leer algún libro.

Y eso no era lo que más le dolía.

Lo que más le afectaba era que, por las innumerables ocasiones en que su relación había fracasado, la escritora hubiera decidido que lo más fácil era tirar todo por la borda y abandonar el barco, o lo que era lo mismo, abandonar por completo su relación sin darle tan siquiera una mínima chance de arreglar lo que había hecho mal.

Así pasaron quince minutos, en los que Peter no sabía si lo mejor era dejar que su relación con Lily se acabara o, por el contrario, ir a buscarla, apretarla en un fuerte abrazo y, una vez que llegaran a su casa, guiarla hasta su habitación y hacerle el amor con la ilusión de lograr que ella le perdonara su error y pudieran volver a empezar.

Finalmente se dio cuenta que la segunda opción, aunque la más complicada sabiendo lo orgullosa que Lily podía llegar a ser, era la mejor para los dos. Así fue que decidió ir en búsqueda de la castaña, deseando que no fuese demasiado tarde.

Recorrió con su auto durante una hora todos los sitios cercanos conocidos, sabiendo que, por ser poco más de medianoche y un día de semana, sería difícil que Lily consiguiese un taxi o que un auto se dispusiera a darle un aventón pero no consiguió ni rastro de la castaña, parecía como si la tierra se la hubiese tragado, así que no tuvo más remedio que volver a su casa a esperar que amaneciera para poder planear mejor lo próximo que tendría que hacer.

Cuando estaba a punto de llegar a su casa, se dio cuenta que el auto de Elijah, el mejor amigo de su prometida estaba estacionado en el pequeño parque cercano a su casa y no dudó ni un instante en acercarse. Sabía que si él estaba allí era por algo, y ese algo seguro era Lily.

—Hey, ¿qué haces por acá?

Al escuchar esa voz, Elijah no dudó ni un segundo en bajarse del auto y darle un puñetazo en el rostro a Peter. Estaba lleno de frustración puesto que la chica con la que se estaba dando un revolcón cuando su amiga le llamó para pedirle que fuera a buscarle se aseguró de pincharle las cuatro ruedas de su auto antes de marcharse de su propiedad, lo que hizo que llegará a su encuentro con Lily poco más de cuarenta minutos después de lo acordado.

—¿Qué hiciste con ella, Peter?, ¿la llevaste a tu casa a la fuerza? ¡Si le hiciste daño, si tan solo le llegaste a tocar un solo cabello en contra de su voluntad, juro por Dios que te mataré con mis propias manos!

—¿De quién carajos me hablas? —El chico de ojos café aún se encontraba desconcertado ante el aluvión de acusaciones y sobre todo ante la violencia que manaba de las expresiones del colega de su pareja.

—¡Pues de Lily!, ¿de quien más?, ¡jodido imbécil! —chilló el escritor antes de asestarle otro puñetazo a la mandíbula del muchacho—. Dime si está en tu casa para poder ir a buscarla y así acabar con esto de una puta vez.

Peter abrió los ojos como platos ante esa respuesta, ¿la había llamado Lily?, ¿acaso no y que para Elijah y el resto de las personas que la conocían en Nueva York el nombre de la muchacha era Gabby Allen?

—No conozco ninguna Lily, viejo, no sé de qué me hablas —contestó Peter, demasiado abrumado por ese encuentro como para poder querer darle respuestas al entrometido del mejor amigo de su novia—. Voy a irme a descansar, hoy ha sido un día muy pesado y...

Te encontraré (Vida en Línea #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora