Capítulo XXVIII

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Lily se había recostado en la cama de hospital con la vista puesta en la panorámica del horizonte que le brindaba la ventana de su habitación. Se sentía triste y culpable; triste porque, si Gillian lograba convencer a Brandon de que no volviese a buscarla no volvería a ver a ese chico jamás y culpable porque ella sabía lo que sus acciones acarrearon en las personas que amaba, en especial en Peter.

Justo estaba recordando las palabras desesperadas del castaño con las que le rogó que siguiera con vida cuando éste ingresó a la habitación.

-¿Sabes algo, Peter? -preguntó, todavía con la vista fija en las luces de la ciudad de Nueva York- en momentos como estos desearía que tu no hubieses jurado que serías mi héroe.

-Y yo por el contrario me siento feliz de haberlo hecho -musitó este en respuesta, sentándose en la silla ubicada al lado de la cama y colocando una mano en la cintura de la castaña- ¿Por qué lo hiciste, cariño?

La chica se dio vuelta y plantó su mirada en los marrones orbes del joven.

-Porque me duele vivir -respondió, sintiendo un inmenso nudo en su garganta-. Porque me siento inútil, porque pienso que las muertes de mi madre y de nuestro hijo no tuvieron ningún sentido, porque a pesar de que me he pasado huyendo de todo y de todos durante los últimos cinco años no he podido librarme de mí pasado -sollozó-... porque sé que te perdí y ya no quieres siquiera ser mi amigo.

Lagrimas comenzaron a surcar el rostro de ambos jóvenes, en el caso de la chica, porque se moría por contarle a Peter lo ocurrido con Joshua pero no podía hacerlo y en el caso del muchacho porque, a pesar de lo que le dijo la muchacha, muy en su interior estaba convencido que el verdadero motivo del intento de suicidio de la chica fueron las palabras que él le dedicó más temprano.

-Lily, mi chiquita -susurró, secando con sus pulgares las mejillas humedecidas de la castaña- no es cierto eso que dices de que me perdiste. Soy tuyo amor, soy tuyo para siempre... eres la única dueña de mi vida y de mi destino, y sé que te pesa que te coloque tanta responsabilidad sobre tus hombros pero esa es la realidad... Cada milímetro de mi piel lleva tatuado tu nombre y cada resquicio de mi alma está lleno de ti, ¿Qué tengo que hacer para que lo entiendas y dejes de alejarme de tu lado? -preguntó, para luego plantar en los labios de la chica un beso, el mismo beso tierno y delicado, hambriento y desesperado que ambos entendieron en la adolescencia que se ajustaba a la perfección a sus necesidades.

-Llévame lejos, Peter -suplicó la joven escritora, mirando con fijeza los ojos del joven que le había robado el corazón hacía muchos años-. Arrástrame lejos de este infierno, sácame de este profundo lago de desasosiego... llévame a un lugar donde no importe si soy Gabby Allen o si soy Lily Albright... llévame a casa, mi amor, tan solo eso te pido.

Peter cepilló con delicadeza los cabellos de la chica, la desesperación en las palabras de ella dejaban entrever que había algo más de lo que ella decía en sus palabras, ¿Cómo era posible que Lily, la misma que soñaba con vivir en Nueva York desde que era una niña ahora le suplicara que la sacará de allí?

-Y no te estoy pidiendo que me saques de Nueva York y que me lleves a otro lugar -apostilló la muchacha, como si le hubiese leído los pensamientos-. Lo que te pido es que me lleves a mi hogar, a nuestro hogar... solo te pido que me des de nuevo un espacio en tu corazón... ese es el único sitio en el universo que siento que es mi lugar... sé que estoy actuando de nuevo de forma egoísta, que no estoy considerando de nuevo los sentimientos que Hillary y tú comparten, y lo lamento, pero no puedo seguir pretendiendo que dejé de amarte porque no es cierto... te amo, Peter Wallace, amo cada pequeña cosa de ti y no puedo dejar de hacerlo.

Peter volvió a llorar, esta vez de alegría, ¿esa chica era la misma que no era capaz de decir esas dos palabras cuando era adolescente por temor a sufrir?

Te encontraré (Vida en Línea #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora