III - Festival de la Seta

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Los días transcurren y aunque el lobo se prometió no volver hasta aquella casa, cada noche lo hace

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Los días transcurren y aunque el lobo se prometió no volver hasta aquella casa, cada noche lo hace.

Ahí está de nuevo, tumbado en el suelo con sus orejas atentas escuchando a la chica.

Se ha formado un pequeño ritual en el que Áine sale a su balcón cada noche para hablarle al cielo y el lobo la admira desde la oscuridad del bosque.

Ha conocido mucho de ella con tan sólo observarla y escuchar sus pláticas. Siente que ya la conoce perfectamente aunque ella no ha notado su presencia.

Hasta ese día.

—Hoy volvimos al pueblo el tío Cedrick y yo —sonríe—. Aunque ya no es necesario que trabaje, lo sigue haciendo. Lo acompañé a una tienda local para que pudiera vender la lana de sus ovejas. Me estoy acostumbrado muy rápido a la vida campestre, en verdad me he sentido mucho mejor.

Dentro de ella sabe que probablemente sus padres nunca la escuchan cuando les habla pero siente que se conforta con la idea de que aún puede charlar con ellos.

Baja su vista hasta el bosque y lo ve.

Los ojos color ámbar se conectan con los de ella y por primera vez, el lobo tiene miedo.

Se levanta y echa sus orejas hacia atrás, voltea a los lados examinando el mejor camino a tomar en caso de tener que huir.

Ella lo observa fijamente tratando de averiguar de quién son aquellos ojos escondidos en la penumbra. Por la altura, sabe que no son de un hombre. Pero tampoco son de algún animal que conozca. Ninguno brilla así por la noche.

El lobo intenta irse lentamente pero ella lo detiene.

—No corras, pequeño —dice con una dulce voz—. No te haré daño.

Si pudiera verlo claramente no habría comentado eso.

El animal se detiene sin saber porqué y vuelve su vista hasta la chica. Ella le sonríe y se apresura a bajar para encontrarse con él en el bosque.

Áine siempre ha sido una mujer curiosa pero ésta vez, sus límites llegaron al extremo.

Se acerca con pasos lentos al animal.

Exclama un suspiro de asombro al percatarse del tamaño de aquel. Es una criatura gigantesca que sobrepasaba la altura de su cintura aun estando en cuatro patas.

No es un lobo normal.

Aún así, sin pensar en una consecuencia razonable se pone en cuclillas y extiende su mano para darle su confianza.

El Lobo que soñó con ser Hombre - 1 y 2 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora