IX - Metamorfosis

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Cedrick ha servido el desayuno pero no ha prendido el radio ni habla mucho al ver el triste semblante de su sobrina

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Cedrick ha servido el desayuno pero no ha prendido el radio ni habla mucho al ver el triste semblante de su sobrina.

Áine mueve la comida con su tenedor sin pronunciar una sola palabra.

—¿Quieres que te traiga algo? —pregunta él.

—No —suspira con pesadez.

—No me agrada la idea de dejarte sola pero nada más iré a atender unos asuntos sobre las ovejas y espero no tardar mucho ¿Estarás bien?

—Sí ¿Qué me podría pasar aquí en la casa? —se encoge de hombros.

—De acuerdo —se pone de pie, le da un beso en la frente a la chica y pone su plato en la tarja para salir de casa.

Áine suspira profundamente al verse sola. Desliza el plato hacia delante en la mesa y se levanta.

Ella y Cedrick han ido a buscar a Eddie la noche anterior sin tener éxito alguno. Han pasado varios días consecutivos desde que empezaron dicha búsqueda y no hay rastro de Eddie, pareciera que se lo comió la tierra. Un hombre lobo no debería pasar tan desapercibido, debería haber indicios de él por algun lado.

Le consuela que si ellos no han dado con él, tampoco los demás.

Áine se coloca un abrigo holgado encima, unos jeans y botas altas para ir al bosque. No pretende emprender otra búsqueda, sólo quiere tener un momento a solas para sacar a flote la angustia que le ha ocultado a Cedrick para no preocuparlo más.

Llega hasta el puente del arroyo y se sienta sobre la madera húmeda abrazando sus piernas. El bosque está sereno, es una mañana hermosa. La niebla se ha disipado y la luz entra por entre las copas de los árboles hasta el suelo.

Todo sería perfecto si Eddie estuviera ahí.

Las lágrimas comienzan a rodar por sus mejillas y aún voltea en todas direcciones en busca del lobo o de Eddie. Le cuesta creer que son uno mismo pero los extraña a ambos por igual.

Se lamenta haberle reprochado tantas cosas a Eddie la última vez que lo vió y el no haber ido tras él cuando huyó por el bosque. Aunque en un carrera así, el lobo siempre tomaría la ventaja dejándola atrás a mitad de la noche.

«Te amo, Eddie» repite en su mente «Te amo así tal cual eres, siendo lobo o siendo humano te amo por igual».

🌕

El sol ha salido en su máximo esplendor y, a pesar del clima frío, es tan fuerte que duele la piel.

El chico abre los ojos.

Observa su entorno y en un intento fallido por levantarse cae al piso junto a la roca. Mira las veladoras consumidas y el círculo de sal deformado y mezclado con la tierra.

Se levanta a duras penas y se da cuenta que está completamente desnudo. Pone sus manos al frente de sus ojos y las gira observando su anatomía humana. No hay más pelaje ni garras. Se toca los dientes y no tiene colmillos prominentes. Esboza una enorme sonrisa al pasar las manos por su cabeza y en lugar de sentir sus largas orejas, sólo siente su rizado cabello.

El Lobo que soñó con ser Hombre - 1 y 2 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora