Áine y Cedrick han ido muy temprano al pueblo para ver cómo están las cosas pero el panorama no es nada favorable.
Las casas tienen tablones de madera en las ventanas y trampas para osos en sus patios, las calles se ven desoladas, hay carteles advirtiendo sobre la presencia de un hombre lobo y han implementado un toque de queda nocturno.
Al pasar por la tienda de artículos de caza notan un aglomeramiento anormal. La chica ve a decenas de hombres comprando armas y municiones, sabe para qué los quieren y cierra los ojos al intentar no pensar en ello.
Un niño patea una pelota desde el interior de su patio y llega hasta los pies de ellos. Cedrick la toma y camina hasta la cerca para devolvérsela al pequeño.
—¡Te ordené que no salieras de casa! —lo reprende una mujer jalando su brazo y llevándolo de regreso.
—¿Podemos irnos? —pregunta Áine.
—Sí, hay que volver —la abraza de los hombros y camina con ella de vuelta al auto.
—Actúan como si Eddie fuera una bestia peligrosa —reniega al subir al coche.
—Es miedo colectivo, hija —suspira—. Con los días se les pasará, sólo esperemos que no encuentren a Eddie antes.
—¿Iremos a buscarlo de nuevo?
—Sí, pero ésta vez llevaré mi arma —anuncia tan seguro que la chica cree que lo dice por temor a Eddie—. Si nos encontramos a alguien más le diremos que también buscamos cazar al lobo para que no sospechen que estamos de su lado —aclara.
—Gracias por ayudarme —susurra con un matiz melancólico.
—Prometí que te ayudaría con cualquier problema que tuvieras, aunque eso implique buscar a un hombre-lobo —ambos ríen y el hombre pone en marcha el auto.
—¿Por qué me has creído?
—No entiendo tu pregunta.
—Te hablé de un lobo que se convierte en hombre al haber luna llena y tú simplemente decidiste creerme ¿Por qué?
—Tus abuelos decían que el bosque estaba habitado por un hombre lobo pero que jamás llegaron a verlo —pasa la mano por encima del volante— con el tiempo dejaron de mencionarlo y creí que sólo era un mito, hasta ahora.
—¿Crees que Eddie tenga varios años habitando en Aberfoyle?
—No lo sé, quizá puedas preguntárselo cuando lo encontremos —le sonríe.
Ella le devuelve la sonrisa pero la borra al mirar al frente y analizar más a fondo la situación. Lleva varios días sin saber de Eddie. Quizá huyó del pueblo o quizá se ha sabido esconder pero espera así se mantenga por su propio bien.
—Áine...
—¿Mmh? —responde con desdén y lo mira.
—Lo vamos a encontrar —toma su mano—. Te prometo que lo vamos a encontrar antes que ellos.
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El Lobo que soñó con ser Hombre - 1 y 2 ✔
KurzgeschichtenEn su regreso a Escocia, Áine espera encontrar un poco de calma. Contrario a ello, encuentra el amor de una manera tan peculiar que agita toda su vida. Termina enamorada de una criatura que ni en sus más recónditas pesadillas hubiera imaginado. Amb...