𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚 - 𝐎𝐜𝐭𝐮𝐛𝐫𝐞 𝐝𝐞 𝟏𝟗𝟔𝟔
El silencio invade el lugar. Solo se puede escuchar el viento que sopla entre las hojas de los árboles, haciéndolas caer sobre las losas del cementerio.
Áine está frente a una de ellas.
Lleva en sus manos un ramo de flores y observa la lápida con melancolía.
—Es increíble todo lo que puede pasar en tan poco tiempo... —susurra para sí misma, pone las flores en el suelo y se deja caer en la banca junto a ella.
—¿Necesita algo, señorita? —pregunta uno de los cuidadores del cementerio al verla tan sola.
—No, gracias —le esboza una media sonrisa—. Estoy esperando a alguien.
—¡Demonios! ¡No camines tan rápido! —escucha que reniegan a la distancia.
—A él estaba esperando —señala Áine.
Eddie camina hacia ella intentando controlar a Brodie con una correa. Se ha enredado en sus piernas y aun así no deja de dar saltos alrededor de él.
—Creo que necesita mi ayuda —concluye la chica con el hombre y corre hasta donde está Eddie—. ¡Brodie, basta! —ordena con voz severa.
—Fue un caos bajarlo del auto ¡No me hace caso! —se queja Eddie.
—Si aún fueras un lobo, te haría caso... —le susurra mientras desenreda la correa de sus piernas.
El chico le hace un puchero y frunce el ceño.
Brodie ha crecido bastante y ahora es un perro casi adulto. Efectivamente, es un caos intentar controlarlo, pero ambos están felices de que los acompañe a todos lados.
Ahora le hace más caso a Áine.
Ella lo sujeta de la correa y camina de la mano del chico hasta la lápida nuevamente.
"En memoria a Jack y Gracie Duncan" lee Eddie en su mente.
—Hace algún tiempo —murmura ella— estaba justo aquí, sepultando a mis padres y creyendo que mi vida jamás volvería a ser igual, y no lo fue... Me mudé a Aberfoyle, mi relación con Cedrick mejoró muchísimo, te conocí a ti y descubrí que las historias sobre hombres lobo son reales —lo mira y le sonríe.
—Técnicamente era un lobo hombre —bromea—. Pero era real.
Ella ríe junto con él, pero deja de hacerlo cuando vuelve la vista hasta la lápida. Una sensación de melancolía la invade rápidamente.
—No sé cuánto tiempo pasé sin venir hasta este lugar, tampoco prometo hablarles todos los días como lo hacía antes porque mi vida está cambiando, pero saben que siempre tendrán una hija que los recuerda y los ama con todo su corazón —lanza un beso al aire y suspira.
Eddie agacha la mirada e intenta mostrar el mismo respeto que la chica muestra cada vez que entran a su cripta familiar.
—Debemos irnos —dice ella, mirando su reloj—. El avión sale en una hora y llevamos a este bodoque con nosotros —señala a Brodie.
—¡Será un largo camino! —suspira con pesadez y toma al perro en brazos. Prefiere cargarlo a tener que lidiar con él y su correa nuevamente.
Eddie y Áine tienen creencias muy diferentes, pero las han sabido respetar. Por ello, sus ideologías religiosas no les impidieron que a inicios del verano llevaran a cabo una sencilla, pero preciosa ceremonia a mitad del bosque.
Áine llevó un vestido largo de corte imperio, que le marcaba cada curva de su cuerpo; con zapatos sin tacón y una corona de flores color vino que se perdían en el tono de su cabello.
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El Lobo que soñó con ser Hombre - 1 y 2 ✔
Short StoryEn su regreso a Escocia, Áine espera encontrar un poco de calma. Contrario a ello, encuentra el amor de una manera tan peculiar que agita toda su vida. Termina enamorada de una criatura que ni en sus más recónditas pesadillas hubiera imaginado. Amb...