X - Promesas

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Las dos chicas han llegado hasta la gran roca de la montaña

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Las dos chicas han llegado hasta la gran roca de la montaña. Áine es la que está recostada sobre ésta.

La noche ha caído y el ambiente es frío. Apenas se iluminan por una lámpara de gas que han llevado con ellas y la luz de la luna llena sobre sus cabezas.

Saben que es la mejor noche para realizar su hazaña.

Brigitte ha preparado todo. Tiene en sus manos una enorme jeringa, llena de la sangre de Eddie que, por alguna razón, no ha pasado por el proceso de coagulación. Se observa como si aún estuviera fresca.

—Necesito que me digas que estás completamente segura de esto —dice la rubia, golpeando la jeringa con un dedo para sacar el aire en su interior.

—Sabes que sí —repone Áine—. Deseaba hacerlo desde mucho tiempo atrás solo para estar con Eddie. Ahora que tengo que hacerlo por el bien de todos, me siento doblemente segura.

—Cedrick me va a matar cuando se entere de esto —resopla, poniéndose unos guantes estériles en sus manos.

—¿Desde cuándo te preocupa lo que Cedrick diga?

—Desde que lo obligué a cargar esos costales de papa —se muerde el labio inferior—. ¿Lo has visto? ¿Viste esos bíceps?

La chica se sienta de golpe y la mira, atónita.

—¿Te gusta Cedrick?

—¿A quién no? —se encoge de hombros—. Es guapo, ardiente, soltero...

—¡Y viejo! —agrega con desprecio.

—Todavía aguanta... —sonríe con maldad mientras Áine frunce la nariz.

Le cuesta imaginarse a la chica teniendo algún tipo de relación amorosa con su tío. Se pone a pensar en todos los momentos que los ha visto juntos y que nunca le pasó la idea por la mente. Además, la situación la ha tenido tan preocupada que no ha prestado atención a los detalles. Justo como lo es ahora, que está tan angustiada por su transformación que lo olvida rápidamente.

—Confío en que tú sí sabes lo que haces —se vuelve a recostar en la roca, mientras suspira profundamente.

—Yo sí sé lo que hago —desinfecta el brazo de Áine donde clavará la aguja—. Lo que me preocupa es que mueras, ya sea por la propia licantropía o por lo sucia que pueda estar la sangre que recolectamos del baño —lo dice con su forma despreocupada de hablar, pero en el fondo sí está muy preocupada por su amiga. Sabe que el proceso es peligroso para los humanos. No se explica cómo fue que Dmitri soportó tal cosa, pero ahora le preocupa que Áine no pueda superarlo.

Jamás se perdonaría perderla en el proceso.

—¿Cuánto tiempo llevará? —la pelirroja se mira bastante intranquila.

—No lo sé, no es como que convierta humanos en lobos todos los días de mi vida... Es la primera vez que lo hago y sólo tengo la teoría, así que ruégale al universo para que conspire a nuestro favor esta noche.

El Lobo que soñó con ser Hombre - 1 y 2 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora