III - Brodie

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Han llevado a Eddie a la casa de los McAllister y lo han puesto en una habitación de huéspedes, cerca de la de Áine, para que descanse

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Han llevado a Eddie a la casa de los McAllister y lo han puesto en una habitación de huéspedes, cerca de la de Áine, para que descanse.

Brigitte busca a la chica en el pasillo y la encuentra recargada en el barandal de las escaleras con la mirada perdida.

—Es normal —le repite, recargándose junto a ella—. Pasó por muchas cosas y hay otras que él desconocía. Dale un tiempo, irá recordando las cosas.

Áine tiene la vista en el suelo y responde sin mirarla.

—No recuerda nada —murmura—. No recuerda cómo se llama, no recuerda que es un descendiente de los lobos ¡Ni siquiera me recuerda a mí! —se frota el rostro y resopla.

—Será un proceso difícil —se acerca más a ella y le acaricia la espalda—, pero al menos lo tienes de vuelta.

—No siento que realmente esté de vuelta. Ahora sí lo perdí —espeta antes de volver a la habitación donde han dejado a Eddie.

Él está recostado en la cama, mirando hacia la ventana. Trae una camisa de botones y un pantalón que Cedrick le ha dado para quitarse la ropa ensangrentada con la que ha cargado los últimos meses.

Ve a Áine recargada en la entrada y suspira con pesadez. Le ha parecido una chica bastante linda y amable, pero ha podido ver la tristeza en sus ojos cuando él le cuestionó sobre su identidad. Se dio cuenta que esas personas que lo han ayudado y lo han acogido en su casa lo conocen muy bien, pero él no los puede recordar. Piensa que quizá son amigos de él y prefiere quedarse con esa idea porque preguntarle a la chica sólo le causaría más angustia.

Lo único que quisiera saber con urgencia es ¿Qué hacía en esa cueva llena de cadáveres? ¿Por qué su ropa estaba llena de sangre vieja? Y ¿Por qué le molestaba tanto la luz del sol cuando salieron de aquel lugar?

Como todas sus dudas anteriores, prefiere guardarlas para él.

—Gracias —dice en voz baja.

Áine levanta la vista y lo mira inexpresiva.

—¿Gracias por qué? —camina a pasos lentos hacia él.

—No lo sé —encoge un hombro—. No sé qué me pasó, pero estoy seguro que me salvaron de lo que fuera en lo que estaba metido.

La chica se sienta a la orilla de la cama y agacha la mirada.

—Tú fuiste el que nos salvó realmente —vuelve a subir su vista hasta la de Eddie y puede notar un aire de confusión—. Quizá deberías descansar —pone su mano encima de la de él—, es un poco tarde y creo que todos hemos tenido un día difícil.

Eddie mira la unión de sus manos y no sabe qué pensar o qué sentir, pero en ningún momento hace por quitarla. Le ha gustado.

La chica intenta sonreírle apretando sus labios al ver que él guarda silencio. Se levanta para irse, pero él la sujeta la de la mano y la detiene.

El Lobo que soñó con ser Hombre - 1 y 2 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora