IX - Discusiones

218 46 18
                                    

Todos en la casa habían perdido el apetito

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Todos en la casa habían perdido el apetito. Nadie había cenado una noche antes y esa mañana, tampoco les apetecía desayunar.

Brigitte y Cedrick intentaban mantenerse al margen y dejar que los chicos arreglaran sus asuntos por ellos mismos. El problema era que ésos asuntos, afectan a todos.

—¿Por qué no vuelves a hablar con él? —preguntó la rubia.

—No quiero insistir con algo que no está dispuesto a escuchar —espetó Áine.

Ambas chicas limpiaban en la cocina dos armas que Cedrick les había dado, mientras los varones terminaban de asegurar las ventanas del segundo piso.

—Áine...

—¡Ya lo sé! —la chica la interrumpe—. No empieces con tus sermones de que no tenemos tiempo y que Dmitri nos va a joder, ese cuento ya me lo sé. No tengo ganas de escucharte —frunce el ceño y devuelve la mirada al arma.

Brigitte intenta volver a hablar con ella, pero solo obtiene un profundo silencio como respuesta.

En la planta alta, Cedrick y Eddie están terminando de asegurar el balcón de la habitación de Áine. Es el acceso más fácil que tiene cualquier bestia que ronde el bosque. Aunque es un lugar muy alto, no quieren averiguar si Dmitri lo puede trepar, simplemente lo sellan.

—¿Puedes ponerle un último clavo aquí? —señala el hombre.

Eddie asiente y se gira para buscar otro clavo en la caja de herramientas y ve a Áine en el pasillo, mirándolo fijamente. Sabe que no han vuelto a hablar desde su pelea y hasta ese momento, no habían cruzado miradas.

Su impresión inicial de saber toda la verdad se ha calmado, quiere hablar con ella al respecto, pero no quiere hacerlo con su tío en la habitación. Así que, vuelve a tomar el martillo y se gira hacia el balcón para asegurar el último tablón.

Coloca el clavo sobre la madera, pero siente la mirada de la chica en su espalda y la de Cedrick, por un lado. Le da un fuerte martillazo y falla.

El clavo se desliza hacia un lado y en lugar de clavarse en la madera, se clava en el dedo índice de Eddie.

—¡Mierda! —exclama de dolor. Aprieta su mano con la otra y la sangre comienza a caer en la alfombra.

—¿Estás bien? —pregunta Cedrick.

—No. Creo que es una herida profunda.

Áine se tensa al ver la situación que se ha formado de un segundo a otro y se acerca a ellos.

—Ven conmigo —le dice al chico. Lo toma del antebrazo y lo lleva al baño mientras él ejerce presión en su dedo.

La chica saca un botiquín de primeros auxilios y sienta a Eddie en el borde de la tina para que su sangre no ensucie el piso.

—Déjame ver —murmura ella. Observa la herida un momento y pone una gasa alrededor de su dedo después de desinfectar un poco—. ¿Te duele? —levanta su vista hasta los ojos de él.

El Lobo que soñó con ser Hombre - 1 y 2 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora