XI - Primera noche de Luna llena

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Los cuatro han vuelto sanos y salvos a casa para finalmente cenar en calma lo que Cedrick preparó para cenar

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Los cuatro han vuelto sanos y salvos a casa para finalmente cenar en calma lo que Cedrick preparó para cenar. Fue una reunión más amena. Han charlado, reído y bromeado como siempre lo hacen en los ratos buenos. Incluso, Eddie ha pasado un largo rato dándole trozos de carne a Brodie, por debajo de la mesa para que nadie lo note.

Áine no ha perdido de vista a Brigitte, quién ha mirado de soslayo a Cedrick durante todo el rato. También pudo notar que el hombre no se percata de esas miradas ni le sonríe tanto como la rubia lo hace con él. Piensa que tal vez, es solo un amor platónico que la chica irlandesa siente por su tío.

Eddie, por su parte, no ha dejado de mirar a Áine con una sonrisa escondida en la comisura de sus labios. Se siente mucho mejor, siente que, si su relación está bien y la tiene a ella a su lado, podrá contra todo lo que se avecine. Aún si no puede lograr la licantropía, tiene el coraje suficiente para cortarle la garganta a Dmitri, justo como lo hizo con él.

Después de la cena, todos regresan a sus habitaciones. Necesitan descansar y recuperarse para lo que está por venir. No saben en realidad qué es, pero saben que necesitarán todas sus fuerzas.

Áine ha intentado ver la hermosa luna llena una vez más, buscando algún hueco entre los tablones con los que sellaron su balcón, pero no ha tenido éxito.

Decide meterse a la cama y arroparse antes de que el frío se apodere de ella.

Mira en dirección al techo y hace un recuento de todo lo sucedido. Estuvo a solo unos minutos de lograr convertirse en una loba. Ella siempre ha sido un alma curiosa y le causaba un cosquilleo saber qué sentiría al momento de estar sufriendo la transformación. Aunque también se alegra de haber hablado con Eddie, de verlo mucho más comprometido con su relación y con esa batalla en la que, sin pedirlo, están todos metidos.

Sin poder reflexionar otra cosa, el sonido de la puerta abriéndose capta su atención. Ella la ha dejado sin seguro a propósito. Un haz de luz se cuela a su habitación oscura, junto con Eddie. Minutos antes de entrar a su recámara, se ha cruzado con él en el pasillo y le ha dicho en el oído "Te veo en tu habitación, cuando todos se hayan dormido".

Prende la lámpara de su mesa de noche y puede ver a Eddie con una enorme sonrisa, cerrando la puerta tras de él.

—Ya se durmieron —le susurra al llegar a ella y se sienta a su lado.

—Eso espero. No me gustaría enterarme que Brigitte ha tenido la misma idea que nosotros, pero con Cedrick —pone los ojos en blanco.

Eddie levanta un poco las mantas y se desliza por debajo para llegar hasta un costado de la chica.

—¿Cómo te sientes?

—Extraña... —ella suspira—. Realmente creía que convertirme en lobo era la mejor opción.

Él se acuesta de lado, sobre su brazo y la mira a los ojos.

—No es algo que debías decidir sola, de hecho, ni siquiera debiste pensarlo.

—Ya lo había hablado con Brigitte desde días atrás y cuando vi tu sangre en el baño, creí que sería la única oportunidad que tendríamos de lograrlo sin que te dieras cuenta.

—Me asusté mucho... Me sentí culpable porque ni siquiera me pasó por la mente, fue Cedrick quién lo pensó —suspira con pesadez.

—Bueno, estuvo mal. Ya lo sé y no lo volveré a hacer —intenta cortar el tema antes de que la vuelva a reprender por lo mismo. Acerca su cuerpo al del chico y lo abraza para evitar escapar el calor. Acuna su rostro en el cuello de él y suspira lentamente.

Eddie siente escalofríos con cada respiración de ella.

—Ya no quiero que estemos mal —Áine susurra.

Él se lame los labios y está tentado a decirle que cada discusión que han tenido, ha sido porque ella estaba molesta, pero también sabe que, en cada ocasión, ha tenido razón. Así que reprime esa respuesta.

—Yo tampoco quiero que estemos mal. Nunca, pero menos ahora —busca el rostro de ella y unen sus labios.

Ahí termina esa charla.

Se extrañan, se aman y se desean. Desde que Eddie volvió de la muerte, no han tenido un momento tan íntimo. Cuando fueron al bosque, la inquietud se ha hecho presente en cada momento y no han podido disfrutarlo plenamente pues, al menos ella, sabía que corrían peligro al estar ahí.

Eddie busca, con un poco de desesperación, la pierna de ella para subirla en su cintura sin dejar de besarla, y lo hace una manera feroz. Intenta controlar sus instintos y hacerlo de una manera más dulce, pero no puede. Muerde los labios de la chica entre cada beso y la sujeta con fuerza hacia él.

—Espera... —balbucea ella, intentando tomar aire nuevamente. Lo mira a los ojos, son color fuego nuevamente y sus pupilas se ven bastante delgadas. Ni siquiera la primera vez que tuvieron sexo se veían así. Son de un color tan fuerte que ella podría jurar que emiten luz propia—. ¿Est... Estás bien? —pregunta, algo preocupada.

—¡Mejor que nunca! —su voz suena bastante ronca.

La chica traga saliva y carraspean un poco la garganta.

—Tus ojos... han cambiando —no puede dejar de mirarlos—. ¿Sientes algo diferente? —acaricia su mejilla. Piensa que quizá algo dentro de él esté cambiando finalmente.

—Siento muchas cosas en este momento, pero ninguna relacionada a mis ojos...

Ella le sonríe, nerviosa. Está ante un Eddie que jamás ha visto. No se parece en nada a aquel chico nervioso que le obsequió su primer beso.

Ahora se ve y se siente diferente.

Eddie nota la inquietud de Áine e intenta apagar eso que lo está consumiendo por dentro para poder hablarle de una manera más tierna.

—¿Tienes miedo? —acaricia la barbilla de ella—. Podemos simplemente dormirnos si así lo deseas, mi amor.

—Nunca te he tenido miedo —repone inmediatamente—. Tu belleza nunca me ha asustado...

Los labios de él se curvan en una cautivadora sonrisa.

—Dime ¿Qué te gustaría hacer?

Áine se acomoda en su lugar y le devuelve la sonrisa.

—Me gustaría acabar con Dmitri, volver a mi trabajo en el invernadero y ser feliz contigo... —suelta una discreta risa al notar la expresión de confusión de Eddie, porque eso era lo que quería lograr—, pero en este momento solo quiero hacer el amor contigo —concluye susurrando en el oído de él.

—¿Quién soy yo para negarme? —sus ojos se encienden aún más al recostarse sobre el cuerpo de ella.

Áine suspira profundamente antes de volver a besarlo. Sabe que será una de las noches más intranquilas de su vida.

 Sabe que será una de las noches más intranquilas de su vida

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El Lobo que soñó con ser Hombre - 1 y 2 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora