XIV - Familia

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—Aún sigues siendo un lobo y no me lo has querido decir ¿Verdad? —lo mira con el ceño fruncido

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—Aún sigues siendo un lobo y no me lo has querido decir ¿Verdad? —lo mira con el ceño fruncido.

—¡¿Qué?! ¿Por qué crees eso? —pregunta atónito.

—Un lobo negro con ojos ámbar ha rondado las ovejas durante la noche —explica de manera apresurada—. Cedrick cree que has sido tú y en cierto punto, yo también lo creo.

—Espera ¿Un lobo negro? —se pone de pie sin importarle que lo acaba de acusar vilmente.

—Sí, un lobo negro ¿Has sido tú o no? —se levanta junto con él.

—¡Por supuesto que no!

—¿Cómo puedo estar segura de ello? Nada me asegura que ya no seas un lobo, además no quieres hablarme de tu familia ni de tu pasado —levanta las manos haciendo ademanes exagerados en cada cosa que dice—. Me ocultas mucha información  ¿Cómo esperas que te crea?

—Áine, tranquilízate primero —la toma de los hombros.

—Explícame todo y me tranquilizo —le quita las manos y se aleja fulminándolo con la mirada.

Eddie se frota la cuenca de los ojos y suspira con pesadez.

—Está bien, te voy a decir todo... Y te voy a mostrar las pruebas de ello —la mira con seriedad—. Pero tienes que confiar en mí.

—¿Qué tienes que mostrarme? —pregunta de manera retórica y se cruza de brazos.

—Acompáñame y lo veras —extiende su mano para que la tome.

Ella lo mira con desconfianza. No soporta la idea de que quizá le haya mentido de nuevo pero siente que debe confiar en su palabra.

Observa a Eddie con su expresión de angustia, con esos ojos tiernos que tanto la derriten y que no le permiten pensarlo mucho. Termina por aceptar su mano.

Pasan a la casa del chico a dejar sus cosas, toman unas lámparas de gas y caminan un poco más en el bosque por la parte trasera de la casa. El sendero ya se ve tétrico por si sólo y un cuervo graznando en la copa de un árbol ayuda a ambientar más el lugar.

Llegan a una gran roca musgosa insertada en la montaña y Áine nota una puerta de hierro debajo de un puñado de ramas que llama completamente su atención. ¿Qué hace una puerta ahí? Y ¿A dónde lleva?.

—Sé que has visto esto —explica Eddie mostrando una llave que siempre lleva colgando del cuello—, es la que abre ésta puerta.

La chica lo mira y observa dicha puerta sin saber qué ocurre. Eddie también mira la puerta y se lame los labios como si fuera a dar el discurso de su vida.

Y lo hace.

—El ritual que me hizo Dmitri... Toda mi familia se sometió a él para poder ser humanos. Mis padres lo hicieron tiempo después de que yo naciera —suspira—. Todos perdieron su inmortalidad y terminaron muriendo... Yo fui el único que quedó. Nunca quise convertirme en humano porque no le veía el caso. Era feliz siendo lobo, me sentía poderoso y superior, hasta llegué a odiar los días de luna llena en donde sentía que era un simple hombre —mira hacia el cielo—. Nunca comprendí porqué mis padres y mi familia anhelaban tanto el ser humanos cuando podían tenerlo todo —baja su vista y la mira—. El día que te conocí los entendí. Comprendí que podría tener mil cosas pero no podría tener tu amor. Por ello fui y le rogué a Dmitri que me hiciera el ritual finalmente —enciende su lámpara y la de Áine—. Necesito que tengas tu mente muy abierta porque probablemente esto te asuste demasiado.

El Lobo que soñó con ser Hombre - 1 y 2 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora