VI - La gran roca

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Aunque la noche está a punto de caer, Eddie ha salido al porche a sentarse en el columpio que Cedrick restauró para su sobrina

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Aunque la noche está a punto de caer, Eddie ha salido al porche a sentarse en el columpio que Cedrick restauró para su sobrina. El clima es frío, pero lleva con él una chamarra de cazador y sus pensamientos son más fuertes que el viento helado.

Mira en dirección del bosque, en ese preciso lugar en el que solía sentarse, en forma de lobo, a admirar a Áine por el balcón.

No tiene recuerdos de ello, pero una sensación extraña lo invade al mirar la espesura del bosque.

Áine ha visto a Eddie por la ventana, nota que sus cabellos rizados se mueven con el viento, pero él se mantiene inexpresivo con las manos en los bolsillos de la chamarra y meneándose un poco en el columpio.

Cedrick ha tenido que salir a comprar el medicamento de una de sus ovejas que ha enfermado y Brigitte se ha metido a bañar. Sabe que lo que está pensando en hacer es demasiado arriesgado, pero quiere hacerlo como una de sus medidas desesperadas para traer de vuelta los recuerdos de Eddie.

Se pone encima una chamarra igual a la de él, un lindo gorro junto con unos guantes y sale hasta donde está el chico.

—¿Quieres dar un paseo? —pregunta ella.

Eddie sale de sus pensamientos y la voltea a ver. Le parece bastante linda esa chamarra verde olivo que combina con su cabello rojizo y el verde de sus ojos.

—¿Tenemos permitido salir? —él se pone de pie.

—No estamos en una prisión... —responde sin darle mucha importancia. Toma la mano del chico y lo lleva con prisa a la profundidad del bosque.

Eddie la sigue sin poner resistencia y una emoción lo invade al caminar entre los árboles. Ese bosque lo ha recorrido cientos de veces, pero en esta ocasión, siente como si fuera la primera vez.

Llegan hasta el puente. El lugar que solía ser su punto de reunión.

El agua del arroyo está congelada. Los árboles ya no tienen tantas hojas y Eddie no tiene la menor idea de qué hacen ahí. Todo ha cambiado, pero ella está bastante emocionada de volver a reunirse ahí.

—¿Dónde estamos? —pregunta él, pasando su mano por la madera húmeda del puente.

—En el lugar donde nos veíamos tú y yo cada noche —responde ella con una enorme sonrisa y se recarga en el barandal

Eddie la mira y le devuelve la sonrisa. Siente como si estuviera leyendo una historia de amor por primera vez, pero con él y Áine siendo los protagonistas.

—Cuéntame más —le susurra.

—Lo haré, pero antes debo llevarte a otro lugar —entrelaza su mano con la de él nuevamente y comienzan a caminar hacia la montaña—. Te conocí poco después de llegar aquí —empieza a narrar sin detener su camino—. Nos hicimos amigos muy rápido y cada noche nos veíamos en ese puente para platicarte mi día a día.

El Lobo que soñó con ser Hombre - 1 y 2 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora