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Perdón wachines, recién termino de escribir ésto pq me colgué mirando a Matt Murdock...... me trae mal ese hombre....
JAKAKS BENDECIDO DÍA 🤺🤺🤺

* * *

Paula tragó casi en seco, sin saber cómo saldría todo y cómo podría volver a mirar a la cara al chico que amablemente había estado con ella desde que había comenzado su travesía en un país, cruzando el mar. Siendo que él no sabía casi inglés y le costaba muchísimo, y a ella le costaba un poco más la idea de dejarse consentir.

---No sé que decirte... es... perdón--- afirmó, con toda la carencia de confianza que el momento en sí le proveía a Arata. No estaba seguro de por qué la vida conspiraba contra su voluntad, contra su alma... con él.

La muchacha dejó la bolsa que tenía entre las manos sobre el pupitre que más cerca tenía.

---¿Por qué te disculpas?

---¿Por qué lo devuelves?--- preguntó, como si más le afectara el hecho de que le estaba devolviendo aquellos libros que juraba que tanto le gustaban.

---Yo pregunté primero.

Él colocó su espalda derecha, sin poder evitar jugar con sus dedos.

---Es verdad--- le confesó--- Me llamas la atención y soy un estúpido, pero me gustas aún así. Y no quiero que me los devuelvas algo que nunca fue mío.

Ella no dijo nada, pues se quedó viendo a los pobres libros que no tenían hogar por el momento, porque ninguno de los dos.

---¿Por qué te llamaría la atención?--- él la miró fijamente. Pero mientras ella esperaba una respuesta a su pregunta, él cruzó los brazos.

---No. Yo ya respondí una pregunta. Ahora te toca a ti.

Ella suspiró, con cierto cansancio.

---Te los devuelvo porque no puedo aceptar un regalo tan caro... menos ahora. No tengo dinero para pagarte por el momento, así que lo siento--- los miró, con una intensa tristeza--- Quédatelos. Puedes leerlos... te ayudarán en historia general, seguramente.

---No, no me ayudarán. Muchas cosas son inexactas y fuera del canon de la motilidad... Mito...--- frunció el ceño, se estaba poniendo más nervioso de lo que esperaba--- Mitología...--- pronunció lentamente, logrando expresarlo exitosamente--- ... general. Ahora sí, demonios. Bueno, tú me lo dijiste antes, ¿O no?

Se formó un silencio enorme por un momento. Uno que amenazó con aplastarlo pero que... al final, al final no lo hizo. Porque fue roto por la alegre risa de la muchacha que tenía en frente.

---Lo siento, es que en realidad estoy temblando--- afirmó con una risa nerviosa Arata, consiguiendo la sonrisa de la muchacha que tenía en frente una vez más.

---Sólo quédatelos--- habló ella, refiriéndose a los libros.

El sentimiento aplastante de sus nervios carcomía el alma del pobre muchacho, y lo obligó a cerrar los ojos y respirar hondo. Lo suficiente como para darse cuenta de lo mucho que le temblaba todo: desde el alma, hasta el cuerpo.

---Es que mi mamá me dijo que lo hiciera.

Desde fuera del salón, escondida en un costado, Mirai se acariciaba la sien con los dedos.

"Así no, tarado. Así no". Fue lo que reprochó Mirai en voz lo suficientemente baja como para que solamente Teru pudiese hacerse cargo de oír aquellas palabras. Éste sólo se rió en el mismo volumen.

---No, o sea, es que mi mamá en realidad ya se murió...

---Lo siento mucho--- espetó la muchacha con cierta tristeza en su voz. Pero el tono del chico era completamente tembloroso.

---Es que a mí mamá le gustaba decirme que si alguna vez me gustaba una chica, no podía conquistarla con ignorarla o sólo ser genial frente a ella o... o adaptame como a sus estándares físicos y esas cosas--- explicó, hablando lentamente.

Desde fuera, Mirai y Teru se miraron a los ojos con cierto grado de confusión.

---Y me dijo que a una chica se la tiene que conquistar siempre por su imaginación. Porque es lo único que a las personas nos dura desde que somos niños, hasta que morimos por vejez. No gasto mucho dinero en nada, porque en realidad no necesito hacerlo, pero de verdad que quiero que los tengas porque a ti te gustan y son especiales para tí.

Las ganas de llorar empezaron a aumentar con los segundos en el cuerpo de la secretaria, sintiéndose fugazmente invadida por el sentimiento del dolor de saber que se había equivocado de alguna manera.

---No es que no me gusten. Es que...

---Lo sé. Pero de verdad que no deberías preocuparte por devolverlos ni nada. No puedes devolver algo que no es mio, los compré para ti.

Mirai y Teru, sin saber cómo, estaban los dos haciéndose señas que dedicaban mensajes al otro, porque el silencio se había vuelto extremadamente abrumador.

"¿Qué pasa?", Expresó Mirai con una seña a Teru, quién se encogió de hombros en desconcierto, sin entender lo que sucedía. El tono en que hablaban se volvió sumamente ínfimo e íntimo, por lo que ni el presidente del consejo estudiantil, ni la muchacha, pudieron escucharlos.

---No necesito que me des nada.

---No creo que necesites nada, pero sí querías eso. Sí me dejaste dártelo entonces, déjame dártelo ahora--- aclaró él.

Mirai miró fijamente a Teru.

---¿Alguna vez lo escuchaste hablar con tantas palabras sin equivocarse?--- Mirai inquirió, haciendo cerrar los ojos con fuerza a Teru, que no sabía si iba a poder aguantar la risa que le carcomía las entrañas.

La risa del muchacho, aún si era baja y contenida, le hizo sentir una enorme ternura recorrer su cuerpo. Mirai deseó congelarse allí mismo.

Lo disfrutó tanto que no supo cuánto tiempo fue que pasó.

---No--- se oyó, de forma demandante, dentro del salón, seguido de unos pasos. Mirai empujó rápidamente a Teru para quitarlos del camino, mientras ella hacía un esfuerzo para correr.

Alcanzaron a escapar y pudieron bajar unas escaleras hasta llegar a un descanso. Y se miraron con cierta complicidad, Teru iba a hablar, pero volvieron a oír voces.

---¡Si quieres deberme algo, que sea una cita!--- se oyó de la voz amplificada del muchacho que ambos tenían por amigo común.

Teru no pudo evitar tomarle un brazo a Mirai, que estaba por seguir bajando. El rubio señaló en la dirección ascendente de la voz.

---¿Qué sucede, Teru?--- él no lo admitiría, pero lo cierto es que le había agradado el sonido de su nombre... por alguna razón.

---Escucha, escucha--- le advirtió.

---¿Tienes libre el fin de semana?--- le preguntó nuevamente la voz masculina escaleras arriba, y allí se miraron tanto Teru como Mirai, con una mueca de sorpresa.

---¿A dónde vamos?--- esa respuesta era, en definitiva, una afirmación.

No siguieron oyendo nada más, porque al chocar las manos como señal de festejos y celebración, ambas voces se detuvieron.

Ambos salieron del edificio.

---Deberiamos pasar más tiempo juntos, excelente trabajo en equipo--- escupió Teru.

---No me digas que tú impulsaste a la secretaria.

---Y tú a Arata, vamos a medias. Victoria completa, ¿O no?

---... Sí, en definitiva. Todo un estratega, presidente.

Flowers Of Grateful | Minamoto TeruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora